Decía mi abuela una frase que se me quedará grabada de por vida:
Hay tontos que tontos nacen, tontos que tontos son, y tontos que hacen tontear a los que tontos no son.
En la vida en general, y en el mundo laboral en particular, debemos ser muy cautos con los tontos esos que hacen tontear a los demás. Son los auténticos cánceres de los resultados de todo equipo.
Ejemplo número uno, de la vida real. Un patio de colegio cualquiera. Niños jugando a fútbol, en el recreo. Uno llama tonto a otro, una y otra vez de muy malas maneras, porque no se pone donde él cree que tiene que colocarse y jugar como él espera. Pregunta: ¿quién es el tonto?
¿Es un partido de Champions? ¿Se están jugando la final de la Copa del Mundo? ¿El niño que, aparentemente, está jugando mal, cobra una millonada de euros al año por jugar? Ciertamente no. ¡Se trata de pasar un buen rato! Los insultos están siempre fuera de contexto, pero en esta ocasión más (si cabe). Se puede juzgar lo que hacen las personas, su motivación, los resultados que obtienen, pero no a las personas en sí. No al menos con esa ligereza (hay que estar muy seguro antes de que no eres tú el que está equivocado). Pero de eso hablaré en otra entrada.
¿Quién es el tonto entonces? ¿El niño que insulta? Tampoco. Por el mismo principio expuesto, no podemos juzgarle de tal manera. Tonto es el que le ha metido la obsesión por el fútbol, el mismo que, muy probablemente, le habrá hecho pensar (queriendo o sin querer) que el «deporte rey» está por encima de otras muchas cosas. Muy probablemente ese tonto que insultará también a otros niños y se peleará con otros padres. El tonto que cree ser más que los demás. El tonto que ha hecho tontear a uno que no tenía por qué serlo. Y éste, a su vez, puede que a otro.
Hace años tuve una situación delicada con un cliente. Se había empecinado en implementar un diseño que estaba totalmente fuera de lugar. Siendo honestos, era totalmente descabellada. Lo tratamos personalmente con él en reuniones y llamadas de teléfono (todo registrado en actas). Le mandamos multitud de documentos justificando que el cambio que pedía no solo no era necesario, sino que estaba fuera del alcance técnico y de costes del proyecto (por no hablar de plazos). Cuando parecía que estaba convencido, a los pocos meses volvía a la carga como si fuera la primera vez que se abordaba el tema. Y vuelta a empezar.
Pero en una reunión se puso más nervioso de lo normal, sacó el tema y me llamó directamente mentiroso, amenazándome con decirle al Director General de la empresa que yo era un incompetente y que le ocultaba información. Pude haber saltado a la defensiva y enfrentarme a él. Pude haber hecho otra tontería similar, aceptando los cambios que proponía en el proyecto. Pude. Pero simplemente callé, esperé a que se desinflaran los ánimos y terminara abandonando la sala de reuniones. Al terminar la misma, me quejé formalmente a mi jefe de que yo no admitía tal tipo de trato e insultos, ni en mi vida personal ni en la profesional. Puede que pienses que fue una postura cobarde, pero resultó bastante inteligente. Nunca más volvió a la carga con sus ideas revolucionarias. Y el trato entre nosotros, obviamente, no volvió a ser el mismo.
Puestos a enseñarnos cosas útiles en el colegio, podrían enseñarnos a ver a los tontos venir. Para hacernos inmunes a sus supuestas «críticas». Y no terminar tonteando como ellos mismos. Ya sabes aquello de que nunca debes discutir con un idiota; te bajará a su nivel y allí te ganará por experiencia.
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Este tema ya fue tratado en la Biblia. Concretamente en Proverbios 26: 4-12.
4 No respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. 5 Responde al necio según su necedad, para que no sea sabio ante sus propios ojos. 6 Se corta los pies y bebe violencia el que envía recado por mano de necio. 7 Como las piernas que penden del lisiado, así es el proverbio en boca de los necios. 8 Como el que ata la piedra a la honda así es el que da honor al necio. 9 Como espino que se clava en la mano de un borracho, tal es el proverbio en boca de los necios. 10 Como arquero que a todos hiere, así es el que toma a sueldo al necio o a los que pasan. 11 Como perro que vuelve a su vómito es el necio que repite su necedad. 12 ¿Has visto a un hombre que se tiene por sabio? Más esperanza hay para el necio que para él.
Gracias #Jerby! Hay que reconocer que tienes una cultura brutal! Está bien eso de recurrir a los «clásicos». O a la Biblia.
Parece ser que tontos los ha habido y los habrá siempre.
Saludos,
Ángel
Muy buen vídeo para ilustrar tu comentario…realmente bueno.
¡Gracias Santos!
El vídeo me llegó hace mucho (me atrevería a decir que en su época fue viral), Encierra mucha verdad.
Saludos,
Ángel
Hola Ángel,
mi padre también decía eso de «tontos de los que hacen tontear». En la vida no laboral se refería a gente que parece que no tiene ni idea de nada pero luego van con perrería.
Pero en el ámbito laboral son gente peligrosa. Vaya cliente te tocó, casi se me han puesto los pelos de punta.
Un abrazo 🙂
¡Gracias Carolina!
Afortunadamente fue hace mucho tiempo y una excepción. Tengo la suerte de tener muy buena relación profesional con mis clientes (ambos ponemos de nuestro lado) aunque de vez en cuando … De hecho solo recuerdo dos situaciones desagradables (la que cuento y una más).
Saludos,
Ángel