Tengo la suerte de trabajar con excelentes profesionales y mejores personas. De conocer compañeros, clientes, socios y proveedores de una enorme valía personal y profesional. Sin embargo, muy de vez en cuando, en contadas ocasiones, conoces a gente que nos empequeñece a los demás. A mí el primero.

Su sola aparición supone un punto de inflexión en cualquier reunión. Un antes y un después. Tienen una especie de halo que les distingue del resto. Son sus palabras, su tono de voz, su lenguaje no verbal. Su serenidad, su firmeza. Su curiosidad, su asertividad. Todo esto, y mucho más.
La tremenda paradoja es que un líder empequeñece a los demás cuando, curiosamente, aspira a a engrandecer a quienes le rodean.
Si un líder empequeñece a los demás, no debe ser tan líder.
Esa es la paradoja aparente en esto. Por un lado te hace ser más grande, pero por otro te sientes pequeño (comparado con él)
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Es que hay gente que tiene tanto carisma… Tampoco lo hacen con intención ellos, les sale así, yo conozco gente.
Abrazos 🙂
Gracias Carolina
Como le decía a #Jerby en otra entrada, forma parte del liderazgo informal, del que tengo previsto hablar en otra entrada.
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Es cierto que eso pasa, y también que se puede aprender. De todos modos, creo que distinguir entre que otros se sientan empequeñecidos o que él los encumbre es la diferencia entre una persona que lidera y otra que dirige, y que los demás se vean deslumbrados no significa que sea un buen líder tampoco, a veces son sólo un espejismo…y suele hacer más el que lidera en la sombra, sin que se note, que el que se hace notar.
Efectivamvente, si es un verdadero líder, son (somos) los demás los que nos sentimos pequeños. Un pequeño pero importantísimo matiz 🙂
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