Innovación social abierta: No tires el 42% de la comida que compras

Un dato sobrecogedor:

En España, con un 22% de población en riesgo de pobreza y 1 millón de hogares que no pueden permitirse comprar carne o pescado a diario, el 42% de la comida que compramos termina en el cubo de la basura.

Innovación social abierta: la comida que tiramos
Forografía por Markos Cosimi Cannata (https://flic.kr/p/5pi1gL). Algunos derechos reservados

Esta situación aberrante no solo debe indignarnos sino que debe movernos a encontrar soluciones eficientes e innovadoras. Utilizar la innovación social abierta. Vaya por delante que no soy un experto en innovación social, pero el tema es suficientemente hiriente como para que tengamos que reaccionar, cada uno desde su parcela y con sus medios y conocimientos. Me gustaría que este artículo fuese un pequeño foro de aporte de ideas y soluciones a dicho problema. O, al menos, para despertar conciencias.

Estadísticas demoledoras

Oigo en un programa de radio esta terrible estadística. Mientras que supermercados y cadenas alimenticias tiran «sólo» un 5% de la comida que han adquirido a la basura, los restaurantes desperdician un 14% (en media), las fábricas un 39% y, atención, en los hogares tiramos (en media) el 42% de los productos de alimentación que adquirimos.

Se pone mucho el foco, las críticas, en supermercados y cadenas de alimentación. En algunos países, como en Francia, se está legislando para que los supermercados no puedan tirar comida a la basura, y la donen con fines humanitarios. Sin duda una medida muy necesaria y que debería ayudar a paliar el problema: si bien es verdad que «sólo» tiran el 5% de la comida, hablamos de grandes volúmenes y es mucho lo que puede recuperarse. Sin embargo, ese brutal 42% en los hogares es el que debería preocuparnos (sirva como argumento para aquellos con motivaciones menos altruistas que, en promedio, cada familia pierde 1000€ al año solo por esto).

Innovación social abierta: desperdiciar comida
Fotografía por Osseus (https://flic.kr/p/8gDxgA). Algunos derechos reservados

Aparentemente son dos problemas distintos, pero guardan una gran relación. Disminuir los porcentajes de comida desperdiciada no va a terminar con el problema del hambre que padecen muchas familias. Pero el porcentaje (¡42%!) es tan elevado que sin duda hay margen para rebajarlo. Y, aunque dejarlo a cero es prácticamente imposible, dar cauce a los alimentos que se desechan, de manera que puedan aprovechados por otros (siempre y cuando cumplan unos criterios mínimos en lo relativo a su estado) sí contribuiría a paliar el hambre (aunque no a terminar con él).

Lo primero que cabría preguntarse es por qué tiramos la comida, para así ver cómo reducir el nivel de desperdicio y, en paralelo, dar el cauce adecuado a lo que tiramos.

¿Por qué tiramos la comida?

Los expertos apuntan a una serie de factores:

  • Mala planificación de la compra (no sabemos qué necesitamos)
  • Mala conservación (congelar lo que no vamos a consumir en breve, …)
  • Mal reaprovechamiento de las sobras
  • Confundir consumo preferente con fecha de caducidad

Yo añadiría un motivo adicional, relacionada con las dos primeras. La «mala calidad» de los alimentos frescos. Cada vez tendemos a comprar más alimentos «low cost», que nos sirven muchas cadenas alimenticias a precios realmente competitivos, pero cuya calidad podríamos poner muchas veces en duda. Sirva como ejemplo lo que yo llamo (y perdón por la broma, que el tema no es para frivolizar) la obsolescencia programada del plátano de supermercado. Compras unos plátanos amarillos relucientes en el supermercado, y cuando llegas a casa ya están negros (sin necesidad de perderse días por el camino). Dicho ahora en serio, esto supone una complicación adicional para la planificación de la compra y su conservación.

Soluciones imaginativas y eficaces YA

Como otras muchas cosas en la vida, la solución a dejar de despilfarrar tiene mucho que ver con la concienciación y educación ciudadana. Debemos mejorar, y mucho, en los aspectos citados en el punto anterior. Incluso desde la legislación. Por ejemplo, los yogures ya no tienen fecha de caducidad, solo de consumo preferente, y algunos otros productos terminarán por no tener fecha alguna.

innovación social abierta: Frigoríficos inteligentes
Fotografía de LG en Flickr (https://flic.kr/p/9zNksv). Algunos derechos reservados por el autor

En lo referente a la planificación de la compra, si bien es cierto que la tecnología puede ayudar a reducir el problema, como los frigoríficos inteligentes que «hacen la compra por ti», no lo es menos que tardarán en llegar a un número significativo de hogares (no solo por precios sino también por las barreras lógicas de adopción de la tecnología). Pero para frigorífico inteligente, la nevera solidaria de Galdakao, de la que ya hablé en otro post.

Pero, al margen de reducir el porcentaje de alimentos que terminan en la basura, y dado que va a ser imposible evitar que esto suceda (en menor o mayor medida), cabe preguntarse cómo podemos fomentar el «reciclaje» de dichos alimentos, que se les dé cauces eficientes para poder combatir el hambre.

Por supuesto, existen los Bancos de Alimentos. Realizando una labor encomiable, las campañas puntuales que realizan son un éxito rotundo. ¿Cómo conseguir que no sean iniciativas puntuales, durante determinados días, sino que sea de manera continuada? El símil puede no ser perfecto, pero existen contenedores para reciclar pilas en los supermercados (y medicamentos en las farmacias). Obviamente la complejidad aquí sería distinta, por una cuestión de volumen, cantidades y conservación, pero en esto reside precisamente uno de los retos del problema.

Innovación social abierta: Resolver problemas

Apuntaré algunas ideas para la reflexión, dado que no soy experto en este problema:

  • Facilitar la recogida de alimentos que no vayan a ser consumidos. Algunas ideas «locas» (o no tanto)
    • Facilitar en los propios comercios los depósitos de comida
    • Centros educativos
    • Puntos especializados (ej. alimentación infantil)
    • Fomentar las neveras solidarias (como la citada de Galdakao)
    • Crear centros permanentes, supermercados de recogida y dispensa de alimentos
    • Recogida en el domicilio (por entidades y personas debidamente autorizadas y acreditadas)
  • Incentivar el reciclaje de alimentos
  • Concienciar con mensajes positivos pero reales, desde todos los medios.
  • Transparencia total de todos los actores del proceso

Innovación social abierta

Desde siempre se nos ha dicho que no podemos combatir el hambre en el mundo, aún con el exceso de alimentos que tenemos en «Occidente», por las dificultades y costes que tiene su transporte y distribución. Y por cualquier otra escusa que uno se quiera inventar. Pero ahora no hay que transportar nada a miles de kilómetros de distancia. Más aún:

Decir, hoy más que nunca, que un problema no tiene solución, es ningunear la capacidad del ser humano de proponer soluciones innovadoras.

O son simplemente ganas de lavar nuestras conciencias para no hacer nada.

Innovación social abierta

Cuando oí por primera vez la historia de la nevera solidaria de Galdakao, su artífice contaba cómo llegó primero a la idea, y luego, investigando, descubrió que había iniciativas similares en otros países. Esto sucede con mucha frecuencia en el terreno de la innovación. Pero, precisamente por eso, en problemas tan acuciantes como el del hambre, se necesitan plataformas, estructuras, de innovación abierta que permitan el intercambio de información, ideas y soluciones a los problemas de la sociedad. Plataformas de innovación social abierta.

Conclusiones

A cada uno le revuelve el estómago una cosa (más de una, de hecho). En mi caso, aquello que me causa una mayor indignación, que me hiere el alma, es el hecho de que haya niños que pasen hambre, que su única comida es la que les puedan dar en el comedor escolar a mediodía. Si ya dolía esta situación cuando pasaba (pasa) a miles de kilómetros, en los llamados países del tercer mundo, ha tenido que venir esta crisis para mostrarnos que no hace falta irse a África para ver esta situación.

Gracias al intercambio de información casi instantánea que permite Internet, conocer cómo se resuelven los problemas, los mismo que tú tienes, en otras partes del mundo, es inmediato. La gente comparte información, ideas. Y las técnicas de innovación abierta son una vía excelente para resolver los problemas que nos acucian. Innovación social abierta.

Quizá el hecho de que desperdiciemos tanta comida no sea un problema. Quizá sea una solución para paliar el hambre de muchas personas de nuestro entorno. En Design Thinking, uno de los mejores marcos de trabajo para la identificación de soluciones a problemas dados, se empieza por empatizar con aquellos a los que queremos brindar una solución. Uno no puede empatizar leyendo el blog de alguien que, además, tiene una vida acomodada (al menos no sufre, afortunadamente, ese problema).

Pero, sino empatizar, espero haber removido alguna conciencia y despertado el interés común de resolver tan grave problema.

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14 comentarios

  1. Yo creo que en muchas ocasiones es más una falta de concienciación. Se nos enseña desde niños que «no se puede tirar nada», pero luego se nos bombardea con todo tipo de productos, estanterías llenas de cosas que además no nos hacen falta y parece que vivimos rodeados de abundancia.
    También está la falta de planificación, como has mencionado. Compramos lotes de alimentos solo porque están de oferta, para luego terminar tirándolo casi todo.
    Es triste, pero es así.
    Si volviésemos a los tiempos en los que se planificaban las comidas de toda la semana, se aprovecharan las sobras para hacer otras comidas e incluso hiciésemos menos raciones, podríamos reducir mucho la cantidad de alimentos que tiramos.

    1. ¡Muchas gracias, Fran!

      Efectivamente, recibimos mensajes contradictorios: consume como un loco y no tires nada 🙁

      Los mismas medidas que apuntas son las que proponían en el programa de radio que oí y dio pie a este artículo. Sin duda son totalmente necesarias: vivimos en unos tiempos en que planificamos poco y actuamos sobre el momento. A mi me pasa que a veces voy a comprar y ni miro lo que ya tengo. Consecuencia …

      ¡Gracias por comentar!
      8)

  2. Dando una vuelta por la red, he dado con este artículo de 2012:

    http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/03/actualidad/1328300946_731209.html

    Curiosamente, coincide en el 42%. Por lo que ya he empezado a dudar del planteamiento.

    En mi casa, poco se tira porque la mayoría son congelados y tenemos que añadir alguna que otra patata fresca porque las raciones no suele ir muy sobradas.

    Me extraña muchísimo que seamos los simples mortales de a pie quienes desperdiciemos más comida. Es como decir que la culpa del paro la tienen los parados.

    Recientemente, hemos visto agricultores tirando sus productos porque no les compensaba el esfuerzo de producirlos. Así que los porcentajes tienen que ser otros.

    Independientemente del porcentaje que le toque a cada estamento en la cadena de producción, no se puede recargar sobre los particulares el mayor esfuerzo de la solución.

    Ya se sabe: se socializan las pérdidas y se privatizan las ganancias.

    Como pides una solución apunto la del kilómetro cero. Es decir, consumir productos de temporada y cercanos directamente del pequeño productor. Los intermediarios creo que deben tirar más comida que el consumidor final.

    1. ¡Gracias #Jerby!

      Un 42% también me parece muy elevado (máxime en media, y en plena crisis), pero he mirado en varios sitios y parece contrastado.

      No creo que haya una campaña orquestada detrás de todo esto. A los últimos que no les interesa que seamos más eficientes es a los supermercados (venderían menos).

      Desde que vivo en Zaragoza y llevo un ritmo de vida menos frenético, me he acostumbrado a comprar determinados productos (sobre todo verduras) en tiendas pequeñas y de mucha calidad. Puedo comprar con frecuencia y no tengo que atiborrar el frigorífico, lo que me ayuda a despilfarrar el mínimo.

      ¡Gracias por comentar!
      8)

    1. Justo este fin de semana compré mandarinas «no seleccionadas». Me las ofrecieron directamente en la frutería (yo pedí unas que salieron buenísimas la semana anterior). La pinta no es buena pero el sabor …

      ¡Gracias por aportar!
      8)

  3. ¿Habéis entrado alguna vez a un gran supermercado?, ¿os habéis fijado en la cantidad de comida que hay en sus estanterías, o en las cajas y cajas de productos frescos?

    ¿Y en las tiendas de ropa?, ¿de verdad pensáis que esa cantidad de prendas que veis en las perchas se venden?

    Por supuesto que no y todos lo sabemos. Hemos creado un mundo insostenible y la solución a tanto disparate pasa por nosotros mismos.

    Yo solo compro en tiendas de barrio, la fruta y verdura que consumo es orgánica y por supuesto de temporada, no como melón en diciembre ni naranjas en agosto; no como carne, solo compro lo que voy a consumir y cuando se acaba, lo repongo. No atesoro comida como si fuéramos a entrar en guerra.

    Antes de cada temporada, reviso mi ropa, dono la que está en buen estado y hace un año que no me pongo; después compro las dos o tres cosas que necesito y se acabó.

    El capitalismo nos ha ganado la batalla hace ya tiempo, que las cosas cambien depende de nosotros.

    1. ¡Gracias por comentar Mónica!

      Efectivamente, no es un problema solo de la comida, sino de una forma de entender la economía en todos sus aspectos.

      La verdad es que no quiero incidir en la parte política del asunto porque, una vez más, me temo que las soluciones las tenemos que aportar los ciudadanos (poco o nada me fío que se resuelvan desde arriba). Y, a tenor de las respuestas que estoy recibiendo, me alegra ver que iniciativas hay muchas.

      Esperemos que vayan cuajando.

      ¡Gracias por aportar!
      8)

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