Un vídeo de un entrenador de fútbol ruso derribando a un niño con una terrible patada durante un partido, y conminándole a seguir jugando, nos debe hacer reflexionar no solo sobre la crueldad y barbarie de algunas personas, sino también de la tremenda estupidez que envuelve al mundo del fútbol. Desde sus principios. Y de lo equivocado que tienen algunos padres y entrenadores sobre lo que es el deporte.
Éste no es un blog de fútbol, pero sí lo es de personas y de las organizaciones que las conforman, y barbaries como ésta nos deben hacer reflexionar doblemente. Porque lo que estamos viendo en el vídeo no es más que una proyección, un reflejo, sobre cómo algunos (mal)entienden el mando y el objetivo de las cosas.
Por no ahondar más en el citado vídeo (que, sinceramente, merece una denuncia ante quién sea inmediatamente, y que ignoro si se habrá producido o no), a menor escala, está sucediendo casi todas las semanas.
Pásate por el patio de un colegio cualquier sábado o domingo por la mañana, mientras los niños practican deporte (o esa es la idea, al menos).
- He visto a entrenadores gritar a niños de 7 u 8 años como si fueran marines del ejército de los Estados Unidos. Blasfemando y soltando toda clase de improperios porque unos niños estaban enredando en el calentamiento.
- Otros entrenadores abroncando a pequeños por no haber pasado la pelota o haber fallado una ocasión de tal modo que Clint Eastwood, a su lado, parecería la madre Teresa de Calcuta.
- Padres, fuera de sí, gritando a sus hijos para que hagan esto o aquello, e incluso animando a jugadas violentas.
- Equipos con dos entrenadores, dando instrucciones a los jugadores, cada uno por su cuenta, sin que parezca haber ninguna coordinación entre ellos (y eso sin contar las instrucciones que dan los padres a grito pelado, claro).
- Etcétera, etcétera, etcétera.
Hay entrenadores y padres peligrosos, muy peligrosos. Suelo contar una anécdota (afortunadamente se quedó en tal cosa) de un entrenador de balonmano que tuve con unos 12 años. No sé que se le pasó al idiota en cuestión para juntarnos a todo el equipo y hacernos una sesión psicológica al equipo. Sí, con 12 años (huelga decir que ni era psicólogo ni nada que se le pareciera). Pidió algún voluntario para que saliera al frente del grupo y el resto del equipo (todos amigos y compañeros de clase) dijeran lo que opinaban de él, lo bueno y lo malo. Sin comentarios.
En el fondo, con todas las actitudes contadas, lo único que hacemos es proyectar nuestras propias limitaciones, frustraciones y sueños rotos en quienes no tienen la menor de las culpas. El entrenador que chilla, blasfema (e incluso agrede) es porque, además de no entender el objetivo de lo que está haciendo (los valores y beneficios del deporte en los niños) carece de las más mínimas cualidades para dirigir a un equipo, y recurre a lo «fácil»: a la agresión verbal y la amenaza. Los padres que proyectan sus propios sueños en sus hijos para que lleguen a ser deportistas de éilte, sin preguntarse si quiera si eso es lo que quieren ellos o no. Y si tienen las capacidades.
Y todo esto mismo, trasladado al mundo de la empresa, se puede decir igual. Jefes y dueños de empresas cuya única herramienta de mando es el grito y la amenaza. Que no entienden la razón última de lo que hacen, y vale todo con tal de conseguir dinero. Que tienen unos sueños que quizá no sean realizables, y desde luego menos con determinadas estrategias.
Cualquiera puede ocupar el puesto de un entrenador de fútbol infantil, como cualquiera puede estar al mando de un equipo, de una empresa. Cualquiera puede ser un neandertal o un sargento de hierro (aunque también hay que valer para ello). Pero encontrar un entrenador infantil (de fútbol o lo que sea) que motive a sus pupilos y les haga ver la esencia y el sentido de lo que realmente están haciendo y deben hacer, es un auténtico tesoro. Y lo mismo sucede en otros muchos ámbitos de nuestras vidas, incluyendo el trabajo.
Efectivamente, Ángel, cualquiera puede estar al mando de un equipo, pero cuando analizamos resultados, empezamos a clasificar y valorar a los «cualquieras».
Opino, que tal vez por esto, a nivel empresarial nos guste tan poco poner métricas. Cuantos «ceros «saldrían a la luz ;-(
Hola Ana,
A veces pienso que sería necesario pasar un examen psicológico antes de dirigir a determinados grupos, como equipos infantiles. Con mis hijos hemos tenido(hasta la fecha) mucha suerte, la verdad. Pero de crío me vi de todo.
En el empresa es más difícil, porque cada uno hace con su negocio lo que quiere, pero la responsabilidad que otorgamos a veces los entrenadores ….
¡Gracias por comentar!
Ángel
Cuando un juego se convierte en un espectáculo y peor aún, en una industria, puede pasar cualquier cosa.
Sin llegar a la violencia del vídeo, hay otra violencia soterrada con cientos de niños que se traen de partes más desfavorecidas del planeta a las canteras de los grandes clubs de fútbol. Y los que no salen como Messi ya sabéis dónde acaban.
¡Gracias #Jerby!
Nos hemos instaurado en la cultura del todo vale y así … Jugamos con los sentimientos de los pequeños, les obsesionamos con sueños que seguramente no podrán cumplir. ¿Cuántos llegan a futbolistas de élite? Y ojo que no digo que no haya que esforzarse y perseguir los sueños, y tener un puntito de locura para proponerse metas. Pero cuidado con los niños y el cuento de la lechera …
¡Gracias por comentar!
Ángel
Vaya si tienes razón en esta sinrazón, voy a aludir a mi padre del que justo ahora estoy esperando noticias en urgencias…y que siempre lo he escuchado decir…»si quieres conocer a alguien de veras sale poder».
Y se q el ha tenido mucha gente a su cargo y que nunca he escuchado una mala palabra de el. Al revés ha sido terriblemente querido por donde pasa.
Un saludin.
Gracias Marisol,
En primer lugar, espero que todo vaya bien con tu padre, sin duda un gran hombre para que te tomes la molestia de comentar en este blog mientras esperas noticias suyas,
Ya sabes el dicho: «Si quieres saber cómo es Manolillo … dale un carguillo». Mucho manolillo hay por ahí suelto, y muchas personas integras, como tu padre, que valoran lo que es el trabajo en equipo y el respeto y consideración de los demás.
¡Suerte! 8)
Ángel
Una madre lleva a su hijo a participar en el equipo de fútbol de su pueblo, pensando que será una experiencia enriquecedora. Ya sabes: deporte al aire libre, trabajo en equipo, esfuerzo, liberar la mente, compartir, deportividad… y se encuentra competitividad extrema.
Es la que más grita en los partidos, para que se oiga una voz diferente, una voz que anime a los chavales, una voz que anime al respeto, a la colaboración… gritos que se los lleva el viento, porque, lamentablemente, la tónica general no es esa.
El hijo era feliz siendo portero. Solo competía contra él mismo. Acababa los partidos contento si había conseguido evitar algún gol en contra y si sus compañeros habían metido algún gol en la otra portería. ¿El resultado final en el marcador? No importaba. Ganar o perder el partido era secundario. Él siempre ganaba. Hasta que se dio cuenta que el juego, en realidad, no consistía en eso. Que lo único que importaba era ganar partidos. En ese momento, dejó de jugar a fútbol.
La voz del público: qué pena que tu hijo no juegue más. La voz interna de su madre: no todo se lo lleva el viento. Alguna semilla queda.
¡Muy bonito! Puedes copiar y pegar en un nuevo artículo y te queda una entrada preciosa 😉
Demostrado: un comentario puede estar a un nivel superior que el artículo comentado. El arte de saber comentar es el arte de saber escribir.
He podido ver ejemplos de gritos en el trabajo. No me los daban a mí por suerte. Pero encima esa persona que funcionaba a gritos exigía respeto por parte de los demás.
Recuerdo estar yo en una habitación con otros compañeros. Otro nos estaba explicando algo y los gritos no nos dejaban oir. Además que muchas veces si uno grita, los demás también le responden levantando la voz.
No sé qué ha pasado pero no había terminado el comentario. Solo quería decir que no entiendo como la gente así puede llegar a lo más alto, no sé qué les ven. Porque encima es que trabajando tampoco son mejores que los demás.
Un abrazo 🙂