¡Por Tutatis! ¡Por Belenos! El día en que Astérix se rió de mí un rato

Si os reísteis conmigo (¡o de mí!) por la historia que os conté en La Estrategia Pokémon, no os perdáis la que os cuento aquí. Y todo por no saber preguntar.

El domingo pasado madrugué para trabajar un poco: cosas del trabajo, el blog y algunas charlas que tengo que dar próximamente. Uno de mis hijos, de 7 años, se levantó temprano, vino al salón y se echó en el sillón del comedor conmigo. Tenía entre sus manos un juguete que se había comprado el día anterior, pero no parecía estar especialmente entretenido. Así que decidí que era un buen momento para el enésimo intento de que se aficione a la lectura.

Empecé a preguntarle por los los cómics de Mortadelo y Filemón. Me dice que  conoce, porque alguno ha leído en el colegio, pero según él no le gustan demasiado. Así que pasé a otro clásico: Astérix. Según me dijo, había visto alguna película, por lo que me pareció un buen punto de partida para que leyera un poco. Fui a su habitación y cogí el libro de Astérix el Galo, el primero de la serie, que les regalamos en una ocasión. Para motivarle, nos sentamos juntos y empecé a leer yo, con el acuerdo de que si le gustaba sería él el que continuaría.

Llevaba 20 páginas leídas cuando se despertó el mayor, de 11 años. Le contamos que estábamos leyendo Astérix el Galo. Me confesó lo que el pequeño quizá no tuvo corazón, por no defraudarme o por disfrutar de un rato de lectura con su padre. Esa misma semana estaban viendo la película en el autobús escolar que les lleva al colegio.

Es más, tuvieron el cuajo de pedirme que avanzara hasta casi el final de la historia, hasta el punto justo en el que se habían quedado. Me recompuse moralmente de la frustración del momento y disfruté con ellos del final de la historia.

De regalo, eso sí, me llevé este bonito dibujo de Astérix que mi hizo mi hijo mayor, y al que sin duda incorporo desde ya como colaborador gráfico de este blog.

Astérix

Para reflexionar

Algunas ideas para reflexionar y recordar. No es que no las sepamos, pero anécdotas como ésta deben ayudarnos a recordarlas.

  • No intentes resolver TUS problemas (y sí los del otro): Yo quería resolverle MI problema: que leyera más. Pero él seguramente estaba tan entretenido con su juguete recién comprado. Al final le sacó provecho a la situación y se enteró del final.

La gente no está interesada en que resuelvas tus problemas. Está interesada en que resuelvas sus propios problemas.

  • El poder de la serendipia: Quizá hubiera sido  mejor que disfrutaran del final de la película en el autobús. Irónicamente, se pusieron enfermos el fin de semana y no fueron al colegio por lo que, de no ser por la lectura del cómic, no se hubieran enterado del final.

La casualidad es un potente aliado. Las situaciones pueden ir virando su rumbo hasta lugares que no podemos imaginar.

  • El poder de la sinceridad. ¿Qué le impidió decirme que justo esa historia es la que estaban viendo en el autobús? ¿MI compañía? ¿No tuvo corazón? ¿Le gustaba tanto que quiso volver a «verla»?

¿Estamos seguros de que nuestro cliente, compañero o superior está siendo sincero ante una determinada situación? ¿Cuántas veces has salido de una reunión pensando que has triunfado, y luego nada de nada? De nuevo, si quieres conseguir algo, céntrate en el otro, no en ti mismo.

Preguntar, escuchar, valorar, no prejuzgar y adaptar el lenguaje a tu interlocutor.

  • Conocer el estado y progreso de las actividades. Conocían el libro y lo estaban viendo. Y yo empecé desde el principio.

Antes de empezar cualquier cosa (un proyecto nuevo, tomar la responsabilidad de uno ya empezado, un nuevo cliente, una idea I+D+i, …) indagar, indagar e indagar hasta tener la foto completa del punto de partida.

¡Que los dioses os sean propicios! Y no caiga el cielo sobre vuestras cabezas.

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4 comentarios

  1. jajajaja. Muy bueno Ángel, no sólo por la anécdota, también por tu interpretación y su aplicación a la realidad empresarial.
    Y aprovecho para sugerirte que pruebes con la serie del capitán Calzoncillos https://www.amazon.es/b?ie=UTF8&node=1502098031 …..Aunque está claro que lo que funciona con un niño no funciona con otro gracias a este curioso personaje conseguí que mi hijo se aficionase a la lectura.

  2. Lo que está claro es que, tanto en la empresa como en la familia, la comunicación permanente es cada vez más necesaria para ajustar los tiempos de acción y reacción.

    Un simple comentario en esa misma semana de que se habían perdido el final de la película de Astérix, hubiera servido para leer el final de la historia en el libro. Seguro que hay un término de la ‘filosofía ágil’ que lo expresa perfectamente.

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