Como mejor se juzgan las batallas es desde las trincheras. El alto mando, desde una posición lejana, tiene una visión global de la situación, sí, pero no expone su vida (solo su reputación, su honra, y quizá algún ascenso) . La tropa va a un futuro incierto, allí donde le mandan, en la confianza de que se le está diciendo lo correcto.
Desde la trincheras la visión es más realista. Para lo bueno y para lo malo. Ves los aciertos y errores de unos y otros, los problemas y sus respuestas. Desde la trinchera debes transmitir las órdenes que recibes, y corregir eventualmente las desviaciones de los planes en el frente. Y no pocas veces te tocará salir con el batallón, fusil en mano, a apoyar en lo que puedas.
La posición no es segura. Ves la línea enemiga a una distancia prudente, pero puede caerte una bomba encima, por muy bien parapetado que estés. Incluso puede que te abandonen a tu suerte los unos o los otros.
Pero en las trincheras puede pasar lo inesperado. Y me acuerdo de la novela La Sombra del Águila, de Pérez Reverte. Españoles luchando junto a las tropas de Napoleón en la campaña de Rusia, que deciden desertar por las malas condiciones del ejército francés en el frío invierno . Se lanzan a las líneas rusas con objeto de que las acojan: los franceses les corean por su valor de ir contra el enemigo; el ejército ruso piensa que les están atacando.
Lo que no dice Reverte es que, si realmente hubieran decidido atacar por cuenta propia, puede, y solamente puede, que el ejército francés los hubiera tachado de desertores, y el ruso de tropas amigas.
Así sucede con los intraemprendedores. No todo el mundo entiende sus movimientos. No todo el mundo entiende sus razones. Les aplaude quien debería temerles, y les temen quien debería aplaudirles .
Así funciona la lógica, a veces, en las trincheras.
Fotografía: http://pixabay.com/en/trench-world-war-ii-war-62919/
Extraordinario y muy interesante. Cada dia escribe mejor el pez de los ojos saltones.
Muchas gracias Miguel. El maestro Reverte tenía que asomarse tarde o temprano por la pecera 😉
Un fuerte abrazo
Ángel