Durante cuatro años trabajé como profesor en el Colegio de los Agustinos de Zaragoza. Obviamente fueron muchas las cosas que aprendí en aquella época, como por ejemplo mi pasión por enseñar (la de aprender la traía de fábrica). Quiero con esto decir que por entonces no andaba dándole vueltas a cuestiones empresariales, ni de innovación, ni de nada por el estilo.
Recuerdo que en esa época me llegó un relato en el que se describía el infierno como un grupo de personas sentadas en una mesa redonda para comer, con platos rebosantes de comida. Aún así, esas personas se morían de hambre. ¿Por qué? Porque los tenedores y cucharas que tenían eran larguísimas, tanto que no podían comer de su propio plato. Al mismo tiempo eran tan egoistas que eran incapaces de compartir la comida. Cada uno podría comer de los platos de los demás y dejar comer al resto del suyo propio. Morirán de hambre antes que compartir con los demás, lo que no solo les permitirá sobrevivir, sino de hecho disfrutar de una abundante comida.

Cada vez que oigo o leo sobre innovación abierta me acuerdo de esta historia. Tradicionalmente, las empresas han hecho I+D e innovación cerradas, es decir, el I+D+i ha quedado dentro de las sacrosantas paredes de la misma. Afortunadamente, ese modelo se va superando y se tiende a la innovación abierta, en las que las empresas buscan fuera de su propia organización nuevas ideas, tecnologías y conocimiento que les permitirá no solo no morir de hambre (siguiendo el símil de la historia anterior) sino de hecho disfrutar de un auténtico festín, tanto a ellas como a las que coparticipan en el proceso.
Ahora lógicamente tocaría hablar sobre la innovación abierta, pero hay abundante información por ahí, y he decidido cambiar el chip y apostar por entradas más cortas. Os dejo uno de mis enlaces favoritos al respecto sobre Innovación Abierta y Modelos de Cocreación y Colaboración, del gran Javier Megías.
Hacía tiempo que quería compartir esta historia en el blog. Es cierto que hay muchas parecidas, como la Fábula de la Sopa de Piedra pero ésta es mi favorita.
El otro día me llegó, cómo no, vía Twitter la siguiente cita de George B. Shaw
Si tienes una manzana y yo tengo una manzana y las intercambiamos, entonces seguiremos teniendo una manzana cada uno.
Pero si tienes una idea y yo tengo una idea e intercambiamos estas ideas, entonces cada uno de nosotros tendrá dos ideas.
Para reflexionar.
Me ha hecho gracia esta entrada porque este año he conocido yo el cuento de las cucharas largas, en el que me tocó hacer de actriz. Mi personaje era un compatriota del país de las cucharas largas y me pasé un poco. Hacía como que intentaba comer con la cuchara de palo largo y me puse a chillar: Tengo hambre!!! Ya sabes que es de buenos actores exagerar un poco :).
He mirado la presentación de Javier Megías. A mí me gusta mucho lo de la innovación abierta porque lo de colaborar con otros, no mirarse el ombligo sino también a clientes, proveedores, es lo más importante. El problema es que se tiende a ver al otro como a un rival. En esto no solo me refiero a las empresas que nos pueden hacer competencia. Si todos pensamos lo mismo, pues es difícil.
Un saludo 🙂
Gracias Carolina!
Ya veo que también eres actriz 😉
El problema con la innovación abierta es que, a veces, genera muchas suspicacias. Pero bien implementada conduce a resultados espectaculares.
Saludos,
Ángel