Como dirían Faemino y Cansado, ¡qué bien pensao está el GPS! Digo esto no solo porque me gano las lentejas con la navegación por satélite, sino porque se ha convertido injustamente en chivo expiatorio de muchos errores.
Claro que eso de culpar al otro no es nuevo. Antes culpábamos a Windows, pero ahora … Y no puedo estar más en desacuerdo. Culpar a los demás de nuestros propios errores no es la mejor estrategia. Políticos, tomen nota.

Por 1400 kilómetros de nada
Enero de 2013. Una señora belga, Sabine Moreau, de 67 años, se dispone a recoger a un amigo en el aeropuerto, a 80 km de su casa en coche. Se monta, le da al navegador y aparece en Zagreb 2 días más tarde. No le ha sorprendido los dos días de dicho viaje, frente a la hora escasa esperada, ni tener que repostar, ni parar un rato en la carretera, sentada junto al coche, a descansar de semejante paliza. No, qué va. Confiesa que le sorprendió ver los carteles de la carretera en francés y alemán, cuando atravesó dichos países. Y, claro, al entrar en la ciudad y ver un cartel como una catedral, diciendo algo así como Bienvenidos a Zagreb, ahí descubre que algo va mal. Mil cuatrocientos kilometrillos de error de nada. Una tontería. ¿Y a quién le echan la culpa? ¡Al GPS! Con un par.

Da igual que estés más despistada que un pato en un garaje. Te agarras el coche y apareces mil y pico kilómetros más lejos de tu destino, dos días más tarde. Da igual que tengas los dedos como morcillas y no hayas metido bien la dirección. O da igual que la dirección coincidiera con otra, y te mande a la incorrecta. Da igual. Puede que incluso fuera un error del navegador (no sé yo, pero bueno). Como hay un GPS por el medio, ya tienes a quién culpar.
Resultado fatal
Otra perla. Lilburn, Georgia, Estados Unidos. Rodrigo Díaz queda con unos amigos para ir a patinar. Va a buscar a uno de ellos en coche y el GPS le lleva a la dirección equivocada, un par de manzanas más allá, a casa de Phillip Sailors. Phillip, al ver cómo se acerca el pobre Rodrigo hacia la puerta, piensa que le van a robar y coge y le mete dos tiros con una escopeta. Rodrigo muere en el acto. ¿El titular en la prensa? Lo vas pillando. ¡Muere por culpa del GPS!
Sí. El navegador (que no GPS) puede llevarte unas calles más allá. Tampoco es extraño que no te des cuenta de dicho error al llegar (sobre todo si no has estado nunca). Ahora bien, que un desequilibrado te asesine cuando te diriges a llamar a su puerta, porque se sienta amenazado, no es definitivamente culpa del GPS. La sociedad, la tenencia de armas, y los sistemas de control que pueda tener, tendrá algo que ver al respecto, digo.

No pienses que los demás son idiotas
El caso de las culpas al GPS puede parecer exagerado, pero estamos viviendo cosas similares todos los días, y más últimamente. Pase lo que pase, ¡ah, no lo sabía, no me consta, no era consciente! Y le echas la mierda (sin perdón) al otro. Como si los demás fueran idiotas.
El peor error que puedes cometer jamás es pensar que los demás son idiotas.
Tu cliente, tu proveedor, tu jefe, tu compañero, un país entero, todos gilipollas. Tarde o temprano te pasará factura.
No eres tú, soy yo
¿Recuerdas aquello de no he traído los deberes porque se los ha comido el perro? Ni tengo ni he tenido jamás perro, pero tampoco he sabido de ningún perro comedor de deberes, aunque podría ser. Y, si así fuera, en vez de echarle la culpa al perro, échatela a ti mismo, por dejarle el cuaderno a su alcance. Planteándolo así, trasmites el mensaje de que sabes qué hacer para que no vuelva a suceder: no dejarlos a su alcance. De otra forma, el perro puede hacer de las suyas otra vez cuando quiera.
De hecho, en el magnífico libro 50 Scientifically Proven Ways to be Persuasive se cuentan los experimento llevados a cabo por la psicóloga Fiona Lee y sus colegas, según los cuales las organizaciones que atribuyen sus fallos a causas internas (y no a agentes externos) salen bien paradas no solo en la percepción pública que se tiene de ellas, sino incluso en sus beneficios. Reconocer los factores propios que han llevado al error refuerza la percepción de que eres consciente de ellos, y que los puedes controlar. Con los factores externos no ocurre así. De hecho, los investigadores analizaron cientos de informes de 14 compañías, reportando los motivos que habían conducido a algún error o fracaso, cubriendo un periodo de 21 años. El resultado, las empresas que atribuían sus errores a motivos internos tenían, transcurrido un año, una cotización en bolsa mayor que aquellas que atribuían la culpa a factores externos incontrolables.

Que ya podían nuestros políticos recapacitar un poco sobre esto. Tampoco hace falta ser psicólogo social para darse cuenta.
Si no estás de acuerdo
Si no quieres, no me hagas caso. Allá tú. Puede incluso que esto de culpar al GPS te sirva de consejo. Es cuestión de practicar un poco. Por ejemplo, ¿que te pillan sufragando una fiesta de cumpleaños de tus hijos, en Madrid, con más de 4000€ de dudosa procedencia (presuntamente, claro)? Siempre puedes decir que tú en el fondo ibas al chino de la esquina a comprar el confeti y los globos, pero que el maldito GPS te llevó por error a la tienda de Tiffany en París. A 1400 kilometrillos de distancia.
Muy bueno, menuda jartada de reir!
Gracias Óscar! Me alegro de que te haya gustado!
Ya de niños aprendemos a echarle la culpa al GPS. O mejor dicho, al compañero. Cuando era niña y pasaban cosas así, pensaba que en el fondo era cosas de críos, que como éramos críos nos faltaba un hervor. Luego llegué al mundo empresarial y vi que seguía sucediendo lo mismo. Hay una incidencia y la culpa siempre es de otro departamento. Reconocer cuándo se ha fallado e intentar mejorar a partir de ahí es una postura inteligente. Saber que se ha hecho algo mal y mirar para otro lado no saca a nadie de la mediocridad.
Por los ejemplos que has puesto, me alegro de ver que hay empresas que se preocupan por mejorar.
Para terminar con un poco de humor… cuando he leído que la del fallo garrafal era belga… no quiero caer en los estereotipos nacionales pero… ay… es que los he sufrido en mis carnes mañas.
Saludos
Ya lo dicen Les Luthiers: «Errar es humano; y echarle la culpa al otro lo es todavía más».
Creo que tenemos cierta tendencia a comportarnos así, lo cual no quiere decir que esté bien. Me temo que este artículo puede ser leído dentro de un tiempo, y seguirá teniendo su vigencia.
Gracias por aportar!
PD: Lo del GPS no es solo de los belgas. Me temo que algún mañico también se ha cubierto de gloria en alguna ocasión. Y controlando del tema 😛
Hola Ángel,
para aclararlo un poco, lo que he sufrido han sido las gestiones belgas y lo nada eficientes que son ellos con sus miles de errores. Así que precisamente aquí has puesto como ejemplo a uno de ellos, que podía haber sido cualquiera de cualquier nacionalidad, y he pensado: «Qué raro». Pero ya te digo, sesgo mío personal.
Gracias a tí por ser tan ameno. Serlo es bastante difícil.
Entendido 😉
Gracias!