Decía Albert Einstein que él no tenía ningún talento especial, pero sí era profundamente curioso. Lo de que no tuviera ningún talento especial no hay quien se lo crea, pero lo de ser una persona curiosa era evidente. En cualquier caso, quiero simplemente destacar que la curiosidad jamás mató al gato. Jamás. Al contrario, la curiosidad es una de esas habilidades (por llamarla de alguna forma) esenciales de las personas, que hace que puedan marcar diferencias con los demás.
Con todo, el mayor problema no es la falta de curiosidad sino la cerrazón y la estupidez que surgen cuando uno carece de ella. Cuando se deja llevar por las apariencias y se empecina en una idea hasta cuando las evidencias apuntan en sentido contrario.
Atentos a la siguiente historia (encontrada originariamente aquí), que no tiene desperdicio.
Muy resumidamente (para quienes no entiendan bien el inglés), los conejos de la imagen encuentran un puzzle sin hacer junto a una caja de un puzzle con la foto de un pato. Ambos mantienen actitudes opuestas. Mientras al conejito no le parece que el puzzle sea realmente el del pato, la conejita lo da por hecho, y se mantiene en su postura pese a que el primero va avanzando en el puzzle, y se ve claramente que lo que se tiene es una imagen de Winnie the Pooh, y no un pato. Aún en el último momento, cuando solo falta una pieza por poner, se reitera en su idea («hasta que no tengas puesta hasta la última pieza, no puedes demostrar que es un pato»).
La historia me viene a la mente mientras leo el libro Mirando los Negocios al Revés.: Cómo Crear Innovadoras Ideas de Negocios con la Estrategia del Cazador de Cebras, de Jorge Boza Olivari (libro al que dedicaré una entrada), y que empieza hablando precisamente sobre los prejuicios. El relato es sencillamente demoledor, y a todos la hemos sufrido en nuestras carnes alguna vez. Guardad este artículo, porque podéis necesitar la historia de los conejitos en alguna que otra ocasión, tirando de humor e ironía fina.
Me vais a permitir una pequeña y última maldad. Si algo hay que reprocharle a la infografía es que suelen ser más las conejitas que los conejitos los que intentan ver más allá de las apariencias. Por experiencia propia y ajena.
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