Todo gestor asume riesgos en las decisiones que toma. El problema es que a veces no son riesgos: son temeridades. Veámoslo con un ejemplo de la vida real: los repartidores de pizza.
Cada vez que, conduciendo, me cruzo con un repartidor de pizza, todos mis sistemas de alerta se activan de repente. ¿Por qué? Imagino que lo sabes: no es raro ver cómo se saltan semáforos en rojo, cruzan varios carriles sin avisar o circulan en dirección prohibida. Y no son uno o dos. No es una estadística ni mucho menos exhaustiva pero, echando una mirada rápida en Internet, me he encontrado con un estudio en una pizzería según el cual el 70% de los repartidores de pizza que habían sufrido algún accidente se saltaban diariamente de 1 a 3 semáforos en rojo. Y donde digo pizza, puedes hablar de un sinfín de repartidores varios, incluyendo, por supuesto, la mensajería urgente.

¿Qué puede llevar a alguien a jugarse la vida saltándose un semáforo en un vehículo sumamente frágil, como es una motocicleta? ¿Es por diversión, por inconsciencia? Apliquemos un poquito de empatía y veremos que no: son más bien las presiones a las que está sometido el servicio. O, mejor dicho, el trabajador. A ningún cliente le gusta esperar «más allá de lo razonable» por una pizza. Y, además, debe llegar caliente. ¿Implica eso que, como parte del servicio, alguien tenga que jugarse la vida? Sin duda, no. ¿Recordáis el artículo sobre Bob Esponja y la satisfacción del cliente, precisamente a raíz del reparto de pizza?
Repartos urgentes, con unos parámetros de servicio muy ajustados (y no siempre viables), varios clientes a atender en poco tiempo y personal muy ajustado. A lo mejor hay más «repartidores de pizza» de lo que parece. Quizá no todos van en motocicleta y se juegan literalmente la vida. Pero sí, en muchos casos, el empleo. Y la presión está ahí, en todos.
Ahora recapacitemos un poco: ¿qué temeridades cometes en tu trabajo, intentando sortear las presiones del tipo que sea?
A veces es necesario saltarse las reglas, siempre que esté justificado. Las ambulancias y coches de policía en servicio de urgencia se saltan los semáforos, pero hay una justificación y los conductores tienen una preparación especial (y están autorizados para ello). Justificado quiere decir que el «coste» (en términos económicos, de calendario, de salud o la vida de las personas, de imagen, …) de seguir el procedimiento tiene unos riesgos superiores a seguirlo a rajatabla. No seguir un procedimiento, una norma o una buena práctica SIEMPRE tiene un riesgo asociado, que deberá ser valorado.
Un riesgo es un acontecimiento incierto que, de suceder, podría afectar negativamente al proyecto. Los riesgos pueden ser aceptables o no, en función de si la combinación de probabilidad de que ocurran y el impacto que tienen es asumible (se puede vivir con él). Cualquier acción que se ejecuta y que conduzca a aumentar un riesgo de por sí no aceptable, es una temeridad. Y las temeridades son más fáciles de identificar pero (o precisamente debido a ello) al mismo tiempo se convierten muchas veces en prácticas corrientes, y por tanto no se gestionan.
Algunos ejemplos:
- No probar suficientemente lo que se entrega
- No informar de retrasos graves
- No dotar de los medios suficientes
- No dar la formación necesaria para un proyecto
- Ofertar muy por debajo de costes
Los ejemplos son casi infinitos. Pero, como suele decirse, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Vemos al repartidor de pizzas o mensajería urgente como un temerario, pero no nos damos cuenta de las temeridades que cometemos a diario. Y, con el paso del tiempo, no solo no las gestionamos tomando las medidas adecuadas, sino que las aceptamos como práctica común.
¿Qué temeridades cometes en tu trabajo? ¡Gracias por comentar!
No convirtamos a las víctimas en culpables. A ver si la culpa del paro la van a tener los parados.
Son las castas, élites, cúpulas,… (cada cual que las llame como quiera) las temerarias hasta grados de presunto delito.
Gracias #Jerby
Dicho con otras palabras, esa es una de las líneas argumentales del artículo: no cargar las tintas contra los repartidores sino contra las causas/causantes de que eso suceda.
¡Gracias por comentar!
Ángel
Hola Ángel,
te digo un ejemplo que yo creo que sucede más de lo que debería.
Hago un producto y como no fabrico la máquina para hacerlo funcionar tengo que comprársela a otra empresa. Por supuesto me fastidia comprar a la competencia, con lo que me tengo que diseñar mi máquina y esto es lo que pienso que se hace a toda pastilla y probando menos de lo que se debería.
¿No crees que esto ocurre?
Un abrazo 🙂
¡Uy que si pasa! ¡Todos los días! Y ese es precisamente uno (no el único) de los problemas de falta de competitividad y rentabilidad de las empresas.
Justo el otro día impartí un curso sobre el proceso de subcontratación y las llamadas decisiones make-or-buy, a la que te refieres (dicho en jerga pomposa para que parezca que es más de lo que es). En el curso conté mi ejemplo favorito: en Bricomanía dedicaron dos programas a enseñar cómo hacerte tu propia piscina 😀 Ya hablé de ello en el blog (http://elmiracielos.com/2012/09/30/constructores-de-piscinas/) y creo que toca alguna que otra entrada más al respecto (¡me has animado!)
Gracias por comentar!!!!
Buenas tardes, Angel, te expongo otro enfoque. Que me dices de los riesgos y temeridades que no se ven o no se aprecian a simple vista. Son temeridades absolutas que estan pasando continuamente. Riesgos a medio plazo, no formar al personal, no invertir en innovación, no actualizar las herramientas tecnológicas, etc. Y encima pueden parecer como gestión eficiente y ahorro. Un auténtico peligro para el futuro de las empresas. Saludos.
Totalmente de acuerdo, Alejandro. Muchos quieren disfrazar bajo gestión eficiente muchas de las miserias/temeridades que comentas.
Al hilo de la formación, recuerdo el chascarrillo ese que circula por Internet, en el cuál un manager, a la pregunta de que hay que invertir en formación, responde «¿Y si les formamos y después abandonan la empresa?», a lo que le responden «¿Y si no les formamos y se quedan?»
¡Gracias por comentar!
Ángel
Hola Angel,
Como responsable de seguridad TI veo otro enfoque… un poco mas alejado de la «producción»… mas en el centro de las empresas.
No tengo estadisticas, pero creo que el 100% de las empresas que perdieron DATOS por un servidor/PC estropeado… no seguían estrictamente (ó no tenían) política de seguridad.
Saltarse semáforos, invirtiendo muy poco en seguridad, al final acaba en accidente.
Pero claro… es mas fácil ver la moto que se salta el semáforo.
Salut
Jorge
¡Uf! ¡La seguridad! ¡Has puesto el dedo en la llaga! Como experto en el tema, te habrán llamado paranoico más de una vez, ¡a que sí! 😛
La seguridad es una de las principales «víctimas» de los presupuestos, porque la dirección no siempre entiende las consecuencias de no adoptar las medidas necesarias a cada situación.
Muy bien traído el ejemplo. Tengo un montón de compañeros y amigos que trabajan en el tema (en la empresa para la que trabajo, GMV) y daría para escribir muuuuuuchos libros (preservando la confidencialidad de la información, en aras de la seguridad, claro 🙂 )
¡Gracias por comentar!
Ängel