De entre los (seguramente) muchos dichos de los indios Dakota, cuya sabiduría ha ido pasando de generación en generación, conviene recordar la teoría del caballo muerto:
Cuando descubres que estás cabalgando un caballo muerto, la mejor estrategia es desmontar.
Parece bastante obvio, ¿no? Pues parece que no. La teoría del caballo muerto se nos olvida con cierta tozuda insistencia.

Cierto o no, me llega por LinkedIn una de esos chascarrillos (por llamarlo de alguna manera), escritos para hacer reír (o sonreír) pero con las que perfectamente puedes llorar (el maestro de los maestros en este arte, en lo que al mundo de la empresa se refiere, es Scott Adams con Dilbert). De paso, continúo con la serie de artículos sobre caballos que inicié con el post sobre la técnica de creatividad del caballo negro.
El original, tal cual me llegó, lo tenéis en la imagen inferior, y me he tomado la molestia de traducirlo. Con permiso, por supuesto, de mi amigo David Esteban, creador del blog Yentelman, con el que aprenderás inglés y, si te descuidas, hasta español 🙂 .
Ahí va mi traducción.
La teoría del Caballo Muerto
Pese al sabio consejo anterior, actualmente en el mundo de los negocios, la educación y el gobierno, un amplio abanico de estrategias mucho más refinadas se emplean a menudo, tales como:
- Comprando un látigo más fuerte
- Cambiando los jinetes
- Amenazando al caballo con la finalización (del contrato)
- Nombrando un comité para estudiar al caballo
- Organizando una visita a otros países para ver cómo otros cabalgan caballos muertos
- Relajando las normas de manera que se puedan incluir a los caballos muertos
- Reclasificando los caballos muertos como seres vivos discapacitados
- Contratando los servicios de otras empresas para que cabalguen el caballo muerto
- Atando varios caballos muertos juntos para aumentar la velocidad
- Proporcionando financiación adicional y/o formación para mejorar el desempeño del caballo muerto.
- Haciendo un estudio de productividad para ver si un jinete más liviano puede mejorar las prestaciones del caballo muerto.
- Declarando que como un caballo muerto no necesita ser alimentado, cuesta menos, conlleva menos sobrecostes, y en consecuencia contribuye sustancialmente mejor a los resultados de la economía que lo que lo hacen otros caballos.
- Re-escribiendo los requisitos de prestaciones esperadas de todos los caballos.
- Promocionando al caballo muerto al puesto de supervisor para la contratación de otro caballo.
Casos reales de la teoría del caballo muerto
Te propongo el siguiente ejercicio para practicar un poco con la teoría del caballo muerto. Coge al azar cualquiera de las 14 «estrategias» anteriores y piensa en algún caso que conozcas en el que se ha aplicado.
Por ejemplo, la número 13. ¿Que el sistema educativo de un país como España no funciona y da malos resultados (alto nivel de fracaso escolar)? Bajemos el nivel de exigencia y reduzcamos los objetivos. Y el problema que se generará (que se ha generado ya), que se lo coma el que venga. Por ejemplo, somos el hazmerreír del resto del planeta por los resultados que obtenemos cuando se evalúa nuestra enseñanza (sirva como ejemplo el informe PISA).
La número 7 también da mucho juego en el terreno de la política, el reino del eufemismo por antonimasia. ¿Qué me decís de las soluciones habitacionales para referirse a minipisos de 25 m2? ¿Y el problema de la fuga de cerebros, de profesionales, a otros países a causa de la crisis? Pues que llega el ministro de turno negando la mayor y hablando de movilidad internacional.
¿La economía por los suelos? ¿La financiación a las empresas todavía peor? Pues se compra un látigo más fuerte y se le arrea lo que haga falta (estrategia 1 en estado puro).
Otra: ¿las políticas de innovación no producen los resultados deseados? Pues casi cualquiera de las estrategias anteriores sirve:
- La número 4 va bien: nombramos un comité de expertos y, por supuesto, dejamos ahí la cosa. Digan lo que digan, seguimos con nuestro caballo.
- La número 9 también refleja muy fielmente la situación. En vez de un caballo fuerte y sano, tenemos un conjunto de políticas disconexas, con una falta de cohesión y visión, que están literalmente muertas. Pobres animales que alguien ha atado juntos con la esperanza de que, juntos, se echen a correr.
Y así nos va en inversión en I+D+i pública, política de universidades y apoyo al emprendimiento (al de verdad, al que realmente aporta algo al PIB de un país). Total, solo se habla de esto cada 4 años …
- La número 10 también goza de cierta popularidad entre nuestros políticos. Fomentamos el emprendimiento … incluyéndolo como asignatura, como ya comenté en el post ¿Y quién enseña al que enseña a emprender? Se han cubierto de gloria. Tampoco basta con invertir más dinero, que es lo que proclaman (aunque en realidad recortan). Si no hay una visión, si no hay una estrategia compartida, cualquier gasto en políticas de innovación es inútil.
Cito ejemplos de política por ser conocidos y por cuestiones de confidencialidad en la empresa privada. Pero sé de algún caballo muerto al que le han puesto ya varios jinetes (la estrategia 1) y ni con esas (junto con la 2, un látigo más fuerte … para el pobre caballo … y sus cuidadores).
Ya puestos, recomiendo que si el caballo no está muerto, pero agoniza, mejor no recurrir a la «estrategia» 1, a pesar de que algunos creen que es la única solución. Mejor tratar de curar sus heridas y aprovecharlo para otros menesteres. Y si no tiene solución, no hacer sufrir más al pobre animal, agradecerle los servicios prestados y dejarle morir en paz.
Como siempre, estaré encantado de oír vuestras historias e ideas. Aunque solo sirva para hacer un poco de terapia de grupo. No viene mal, de vez en cuando 🙂
Gracias por la mención. De caballos muertos está el mundo empresarial lleno, cualquiera que haya trabajado en una empresa con más de 3 empleados (y aún así) lo sabe. La política y la sociedad en general se presta bien a los ejemplos, pero conforme iba leyendo me venían a la cabeza «cosas y casos» cercanos…
Para no ser traductor profesional no se te ha dado mal la cosa, aunque algún anglicismo se te ha colado por ahí… XD
Me encanta esta miniserie, keep it up!
¡Muchas gracias Mr. Yentelmal 🙂 !
No te quejes que no te pasé el marrón de que me lo corrigieras (y mira que me lo pensé) 😉
Queda un artículo más, con uno o dos chistes … malos … o eso me dicen :'( Ya veremos si me atrevo.
¡Gracias por comentar!
8)
Lo más duro de reconocer es que algún proyecto nuestro se ha convertido en un ‘caballo muerto’.
Puede que tengamos las mejores herramientas, pero también hay que saber dónde aplicarlas.
Efectivamente #Jerby, porque es reconocer el fin de un momento dorado, o el fin de la esperanza. Y eso siempre nos cuesta.
¡Gracias por comentar!
8)
Buenísimo. ¡¡ Si Babieca levantara la cabeza ¡¡ Esta claro que se iría con los indios Dakota para que le dejen morir tranquilo.
Saludos.
¡Gracias Alejandro!
Efectivamente, encima que te han matado … La historia está llena de caballos que cumplieron con creces con su cometido y, que se sepa, no fueron vilipendiados tras su muerte.
¡Un abrazo!
8)
Buenísimo Angel, me ha encantado. Parece mentira pero quién no tiene unos cuántos caballos muertos cerca?
Pero igual de interesante me parece el caso del caballo agonizante…
Felicidades por el artículo
¡Gracias Álvaro!
Sí, todos conocemos casos. Y si te pones a tirar del hilo … Yo reconozco que tuve que contenerme para no pasarme con el post, y no hacer demasiada mala leche.
Por cierto, aprovecho para recomendar tu blog (http://www.innovationpapers.net/) Tengo pendiente unas cuantas lecturas, ahora que vuelvo a levantar cabeza 😉
¡Gracias por comentar!
8)