Tengo un smartphone. Y, sí, estoy enganchado. Soy de los que miran cada dos por tres el correo y Twitter (Facebook no, que le tengo cierta manía). Si me quedo sin batería mientras estoy ocioso en la sala de espera del médico, en el transporte público o donde sea, mientras navego con el cacharro, pues no me sabe malo. Ahora, si me quedo sin batería para hablar, eso es otra cosa.
Los así llamados smartphones (teléfonos inteligentes) no son simples teléfonos móviles (o eso se les supone) sino también cámara de fotos, de vídeo, GPS, reproductor MP3, radio, navegador por Internet y conexión a redes sociales. Estoy por pegarle al mío con esparadrapo una navajas suiza y construir así la máquina más perfecta que haya visto el hombre :).

De consolas y lectores electrónicos
Mis dos gadgets favoritos son un lector de libros electrónicos (un Kindle) y una radio wifi. Leo con preocupación que el número esperado de ventas de lectores de libros electrónicos para este año va a caer hasta un 57%. Mal síntoma, creo.
Recuerdo que, siendo yo pequeño, salieron las consolas de videojuegos, como la mítica ATARI con sus cartuchos (lo del DVD es un invento bastante más moderno). Luego vinieron los ordenadores, como el Spectrum, y la industria de las consolas entró en declive. Con la potencia de los PCs, me atrevería a decir que las borraron del mapa (en lo que a los usuarios domésticos se refiere). Todos los juegos que se publicaban iban destinados a dichas plataformas.

¿Qué terminó sucediendo? Que alguien se dió cuenta que para jugar de verdad, mejor tener una plataforma optimizada para ello, con las capacidades gráficas necesarias, e incluso la interfaz con el usuario (sensores de movimiento, reconocimiento de gestos, etc) con los resultados que todos conocemos. No tengo datos, pero no hay que ser un lince para ver que los juegos para PC andan en declive.
Y no solo por las consolas. El hecho de la facilidad de distribuir, comercializar y jugar con juegos en los móviles (volvemos a nuestras navajas suizas particulares) ha contribuido a que la tendencia actual pase a las consolas y los smartphones y tabletas.
Dicho esto, no hay que ser un lince para darse cuenta de que los lectores de libros electrónicos no solo están en franco declive sino que, como se apunta en el enlace anterior, pueden llegar a desaparecer en los próximos 5 años. Una verdadera y auténtica pena.
Tabletas y teléfonos inteligentes son dispositivos de propósito general, que sirven para muchas cosas en general pero para ninguna (en condiciones que explicaré luego) en particular. No deja de ser una opinión, pero los propios smartphones son una castaña en lo que a su uso cómo teléfono móvil se refiere. Y no solo eso sino que, además, como apuntaba antes, el consumo de batería asociado al resto de añadidos (entiéndase bien, con respecto a una teléfono móvil clásico de los de hace no tantos años) es tan alto que termina afectando al poder usarlos para hacer llamadas, que debería ser su propósito fundamental.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
En mi experiencia como responsable de productos (Product Manager) el caso de los móviles es digno de ser pensado y repensado.
- Por un lado, los productos deben servir a un propósito (o conjunto de propósitos) bien definido, y su misma concepción debe quedar dirigida por dichos usos.
- Además, productos complicados, con funcionalidades innecesarias, no son deseables por la complejidad de uso y mantenimiento que añaden. En mi opinión, es mejor tener un conjunto de productos sencillos (en el sentido anterior) que se comuniquen entre ellos según sea necesario.
Sin embargo, el éxito de teléfonos inteligentes y tabletas está fuera de toda duda, aun contradiciendo aparentemente los dos puntos anteriores. La primera razón para ello es los teléfonos móviles nos los venden como teléfonos, aunque en el fondo no es así. Es decir, deberían satisfacer la necesidad de llamar y ser llamado estés donde estés. Pero sin embargo lo que te están dando es algo totalmente distinto: un montón de tecnología, con una calidad muy buena (fotos, música, …) y con un negocio redondo para las operadoras de telefonía, por la cuestión del consumo de datos. Y para Google. Y para Apple. Y para los anunciantes. Y para …

En el caso de las tabletas es ligeramente distinto, porque ahí te la compras por vicio (que termina convirtiéndose en necesidad; o incluso una commodity, que dicen los sajones). En el libro de Braden Kelley Stoking Your Innovation Bonfire: A Roadmap to a Sustainable Culture of Ingenuity and Purpose, publiucado en 2010, el autor pone en tela de juicio el éxito de los iPad, bajo el argumento de que no aportan nada sobre los dispositivos ya existentes (teléfonos, televisiones, PCs, …) A toro pasado, y visto el éxito de los iPad, es fácil criticarle, pero el argumento que da no deja de ser coherente. (Por lo demás el libro es absolutamente recomendable).
¿Significa esto que los teléfonos inteligentes y tabletas son una castaña? No. Permiten hacer fotografías de buena calidad (en condiciones de luminosidad razonables) e incluso retocarlas y mejorarlas de manera asombrosamente sencilla. Permiten disfrutar de música y vídeo con una calidad también buena para la mayoría de los usuarios. Permiten navegar por Internet con una usabilidad excepcional. Permiten posicionarse gracias al GPS incorporado. Y, sí, permiten leer libros y revistas electrónicas también de manera sencilla.
Sin embargo, estos dispositivos:
- Nunca harán fotografías, no digo ya profesionales, sino en condiciones adversas como baja luminosidad, que requieran el uso de teleobjetivos, etc. En estos casos prefiero una cámara compacta, o una reflex (según proceda)
- Nunca permitirán escuchar música en alta fidelidad (sí, aún hay gente que disfruta con estas cosas). Para eso se inventaron los equipos de música.
- Ver el vídeo de los niños en el campo, o el vídeo viral de turno en YouTube, está bien. Incluso ver una película en el coche. Pero no me veo comiendo palomitas delante de una tableta. Incluso para el coche, el consumo de datos para una película (¡todo legal, eh!) debe ser brutal, aun con tarifas planas. Prefiero la TV conectada a Internet, o el DVD de toda la vida.
- Como GPS, la pantalla de los móviles me parece pequeña para largos recorridos, y la de las tabletas grande. Prefiero tener un navegador para el coche (portable, pero eso es otra historia).
- Puedo escuchar en la radio emisoras por Internet, pero para un rato. Si estoy mucho tiempo, nuevamente el consumo de datos (y la batería) pueden ser un problema.
- Y para leer un libro más allá de unos minutos, la comodidad de lectura que proporciona un lector electrónico difícilmente será superada por una pantalla de propósito general (aunque ya se sabe que con la tecnología uno no puede aventurar nada)

Conclusiones
El éxito de los teléfonos inteligentes y tabletas se debe a haber redefinido un mercado (más bien dos) apostando por la conveniencia del todo en uno, aun fijando precios elevados, y con altas prestaciones (claramente por encima de lo esperado). Alta conveniencia y fidelidad, a precios elevados.
Por otro lado, algo me dice que los lectores de libros electrónicos no desparecerán por siempre jamás, como les ocurrió a las consolas. Tendrán un renacer. Alguien llegará al mercado, destapando alguna cualidad que les permita competir con las tabletas, creando probablemente un océano azul. Toca apretarse la boina y empezar a pensar. Nunca se sabe de quién puede ser la idea.
Hola Angel. Muy interesante. Cierto que los lectores de libros electrónicos no desaparecerán pero yo tenía un profesor de filosofía que nos decía «no se engañen, la cultura no es para las masas». No le faltaba razón.
🙂
Muy acertado tu comentario. Como siempre, dando en el clavo.
Gracias!
Hola:
Opino lo mismo. El ebook es todo un invento, comodísimo, pesa poco y no cansa la vista.
Sin embargo,hace muy poco me compre una tablet de Samsung, por capricho inducido ( ese tipo de cosas que nunca has pensado que necesitas hasta que alguien se dedica a convencerte de lo contrario).
La compré Samsung porque te da lo opción de devolverla ( cosa que no se puede hacer con un Ipad), y en menos de una semana me aburrí de ella: para ver películas , se te cansan los brazos al sujetarla; para leer, te escuecen los ojos y para el correo está bien si solo lees y contestas una frase, pero sino es más cómodo un teclado.
Así que estoy segura de que el ebook seguirá en su trozo de mercado que es el de la genta a la que nos gusta mucho leer.
Ana
Hola Ana,
Muchas gracias por tu respuesta.
El otro día oía por la radio cómo están desapareciendo las librerías de toda la vida, a las que ibas a ojear libros entre las estanterías y el librero de turno te ayudaba a que te llevaras el libro adecuado (para ti o para regalo).
Me viene la cabeza la película Tienes un email, en la que (al margen de una historia romántica un tanto melosa entre Meg Ryan y Tom Hanks) se ve cómo las librerías tradicionales van perdiendo paso frente a los centros comerciales. El propio lector de libros electrónicos contribuyó al declive de las mismas, y ahora son las tabletas las que apuntillan al mismo. Unas cosas superan a otras, pero al final siempre sobreviven algunas, que se diferencian por ofrecer algo «especial».
Yo creo que deberíamos pedir a los Reyes Magos muchos lectores de libros electrónicos este año, a ver si entre todos 🙂
Gracias de nuevo!
Ángel