¿Vagones de tren sin techo? Parece estúpido, ¿no? Pero es, era, una realidad. Al principio de su historia, los ferrocarriles británicos se vendían billetes en vagones sin techo. Y no se puede decir que el Reino Unido sea un país cálido y poco lluvioso. ¿El motivo? Si tienes dinero y te lo puedes permitir, paga. Si no quieres incomodidades, paga. Incomodar a los clientes para que compren un servicio superior, si pueden permitírselo, es una estrategia de Product Management tan antigua como la humanidad.
- Incomodar, en sentido literal, es lo que hacen las compañías aéreas de bajo coste, con las que puedes viajar a un módico precio si estás dispuesto a pasar dos horas de viaje con la rodilla en la boca, y pagando el café abordo a precio de mariscada. Salvo que puedas pagar un extra por un asiento que no termine entumeciendo todo tu cuerpo. Del catering a bordo, ni hablamos.
- Incomodar es pagar un precio desorbitado por la entrada a un parque de ocio, y tener que hacer filas de más de una hora (o incluso dos), para montarte en algunas atracciones. Salvo que adquieras un pase VIP, of course.

Modelos freemium
Hay una forma de incomodar que sí puede resultar muy acertada, cuando se aplica bien. Los modelos freemium permiten disfrutar gratuitamente de servicios, aunque sea reducidos. Gracias a ellos podemos escuchar música gratuita en Spotify o gestionar nuestras tareas con Evernote sin pagar un solo euro. Y pagar por aquello que te pueda merecer la pena. Eso no es incomodar. Eso es saber implementar un modelo de negocio.
Pero hay quien insiste en incomodar, en modelos freemium o no. Y no hay nada como un buen puñado de clientes cabreados e insatisfechos. La peor publicidad que puedes tener. Kaputt.
Una buena proporción freemium/premium es una de las mejores políticas comerciales de cualquier empresa.
¡Muy cierto!
Y puede cambiar con el tiempo. El éxito de Spotify ha permitido pasar a la modalidad gratuita cosas que antes solo se disfrutaban en la de pago.
¡Gracias por aportar, #Jerby!
8)