Hay frases, lecciones, consejos, que recuerdas toda la vida. Y no necesariamente por la verdad que esconden, que también, sino por haber sido oídos en el momento y formas adecuadas.
El (por entonces) Director General de GMV, la empresa en la que empecé mi carrera profesional, nos hizo la siguiente pregunta en un curso de gestión de proyectos. ¿Cuál es el objetivo de toda empresa? Con la osadía de la ignorancia, los asistentes empezamos a contestar cosas más o menos concretas (relativas a la tecnología, productos y servicios de los sectores en los que operaba nuestra empresa) o abstractas (como la satisfacción del cliente o el servicio a la sociedad). La respuesta, sin embargo, era tan sencilla como clara: ganar dinero.
Unos 20 años antes, estando en el colegio, el profesor de religión nos hizo otra inquietante pregunta a toda la clase. ¿Qué es lo que quieren todas las personas? Uno a uno fuimos contestando con respuestas más o menos vagas o filosóficas. La respuesta, bastante obvia una vez nos la dijeron: ser más felices.

Atemos cabos. Si todas las personas quieren (queremos) ser más felices y el fin último de las empresas es ganar dinero, ¿cómo pueden éstas últimas conseguirlo? Muy fácil: haciendo felices a las personas. Y esto se puede conseguir esencialmente de dos maneras:
- Satisfaciendo sus necesidades, proporcionando productos y servicios que faciliten sus vidas.
- Generando confianza
La primera de ellas es la más conocida, y es ahí donde se concentran todos los esfuerzos de la mayoría de las empresas y sus departamentos de marketing: identificar necesidades (o crear nuevas), mejorar la usabilidad o la experiencia de usuario, y un largo etcétera. Sin embargo, en mi opinión, es la segunda vía, la generación de confianza, la que produce los mejores resultados en el medio y largo plazo, generando clientes y negocios sostenibles, siendo esto especialmente cierto en el mundo B2B.
¿Por qué elegimos contratar los productos y servicios de una empresa y no de otra? Desde luego la cartera de productos y servicios es fundamental pero, ¿lo es todo? Definitivamente no. Recordemos que, por encima de todo, queremos ser más felices y, por tanto no queremos que las cosas fallen y no cumplan con lo prometido ni esperado porque:
- No queremos pasarnos el día reclamando por mal funcionamiento o incumplimiento de lo esperado
- No queremos ineficiencias, ni sobrecostes, ni pérdidas de productividad
- No queremos dar unos malos productos y servicios a nuestros clientes (como consecuencia de las ineficiencias anteriores)
- No queremos tener que dar explicaciones a la dirección, si las cosas van mal por culpa de nuestra elección
- No queremos que tenga repercusión sobre la imagen de la empresa
- No queremos que tenga repercusión sobre nuestra reputación profesional
En definitiva, no queremos complicarnos la vida ni complicársela a los que nos rodean, compañeros ni superiores. Y por tanto, en nuestras decisiones, y en las de nuestros clientes, pesa sobre todo y ante todo, la confianza.
¿Y cómo podemos conseguir dicho grado de compromiso, de confianza de todas las partes? Muy sencillo: tratando de hacer felices a los demás 🙂 Pero a eso le dedicaremos otra entrada.
Conclusiones
En los negocios, como en la vida, las relaciones duraderas se basan en la confianza. Necesitamos a los demás, y los demás nos necesitan. La confianza no puede quebrarse. Cuesta muchísimo ganarla, poco perderla y muchísimo más volver a recuperarla.
Un pilar fundamental de la estrategia de cualquier empresa debería ser la fidelización de sus clientes. Y dicha fidelización parte precisamente de la confianza que depositan en la empresa. Porque, en el fondo, todos queremos ser más felices.
Epílogo
La clase de gestión de proyectos citada al principio del artículo fue mucho, muchísimo, más allá de la citada anécdota y no se redujo a la misma. Sería muy injusto reducirla a eso. Solo diré que marcó significativamente mi manera de ver la empresa, y la gestión de proyectos.
las personas morales y las personas fisicas se parecen, excepto las ultimas cuentan con estado civil y diferente sexo; pero todas tienen domicilio, nombre, nacionalidad etc. (y algunas; hasta apodo), asi que no todos pueden emprender……….mal caracter, ser despota, no importar ser decente y honesto con el cliente, la gran soberbia que eleva a los imbeciles etc; asi que la empresa, es forjada por diferentes tipos de personas algunas no atinadas qiue llevan al fracaso a la empresa, tal como los padres desentendidos de hijos groseros o mal educados; de tal suerte que, la empresa es como UN HIJO, que vamos formando, y no toda la gente tiene lo que la empresa necesita para salir avante y si no se tiene esto, el sentido comun nomas no aflora; muy sabias tus palabras Angel, y aun asi existen personas que no las entienden, por eso vemos a «las dos personas, a veces, por el mal camino, Muy interesante tu post, muchas gracias tambien por permitrirme opinar, enhorabuena.
Gracias Antonio.
Precisamente por lo que comentas es tan importante la llamada cultura de empresa, porque es un reflejo de quienes la dirigen y quienes trabajan en ella.
Acuérdate del ejemplo de los monos que traté en otro artículo http://elmiracielos.com/2013/12/02/se-puede-ensenar-a-gestionar-personas/
¡Gracias por comentar!
En mi mundo particular, unir felicidad y dinero es la trampa que nos ha llevado a 6 millones de parados. A pesar de todo lo que leo sobre marketing online, sigo pensando que el valor más importante de una empresa son sus humanos con recursos (no sus recursos humanos).
Sobre la felicidad, ya sabes mi opinión: Nacemos con ella. Así que continuamente nos están tangando diciéndonos que está en otro sitio fuera de nosotros. Pagar por la felicidad es simplemente un timo.
Sobra la confianza, autoestima y términos similares serían los principales recursos de los humanos de los que hablé en el primer párrafo.
Gracias #Jerby
A mí ni siquiera me gusta la palabra recursos humanos. Prefiero simplemente Personas, pero no creo que llegue a prosperar mi propuesta 🙂
No se trata de vender felicidad, sino de proporcionarla como vía de negocios sostenibles. Y humanos.
¡Gracias por comentar!
Ahora que se lleva tanto el emprendimiento, al menos intentarlo, es lo que nos tenemos que plantear: Qué puedo hacer yo para solucionar un problema a los demás, que problemas puedo solucionar con mi trabajo.
Incluso en el trabajo por cuenta ajena es así. Cuando estudiamos, como los que nos enseñan se han dedicado siempre a enseñar, nos han transmitido, al menos en parte, que cuando salgamos del aula nos van a enseñar lo que es trabajar. Entonces no salimos preparados para que en lugar de lo que nos han dicho, la realidad es que buscan gente que ya tenga experiencia. Por tanto siempre es lo que hay que plantearse y estar seguro de ello: Qué aporto yo.
Saludos 🙂
¡Gracias Carolina!
Cómo ya he dicho otras veces, todos importamos, y mucho. Si me permites una sugerencia, te recomiendo que leas el libro Linchpin, de Seth Godin. Creo que te hará mucho bien 😉
http://elmiracielos.com/2012/12/20/el-manifiesto-linchpin-mama-quiero-ser-artista/
Saludos,
Ángel