¿Puede estar una norma por encima de la sensibilidad humana y la ética personal?

La historia que voy a relatar aquí no tuvo por qué suceder exactamente así. Solo fui testigo de parte de los hechos. Pero, aún así, me sorprende a mí mismo que pueda dar verosimilitud a la historia (en parte) deducida de los hechos y el contexto. Pero ese es precisamente el problema: que ya nada, o más bien poco, nos sorprende de la condición humana.

La semana pasada viajaba en tren a Madrid por motivos de trabajo. Al llegar el tren a la estación, cedí el paso en el pasillo del vagón a una pareja que viajaba con una niña pequeña, que iba aparentemente dormida y que llevaba su padre en brazos, envuelta en una manta. Era temprano, y por tanto razonable que la pequeña estuviera dormida, pero algo me resultó sospechosamente extraño.

Al salir del tren coincidí con un antiguo compañero de trabajo y nos dirigimos juntos a la parada de taxis habitual que siempre cojo en esa estación. Con la salvedad de que dicha parada había sido anulada. Los taxis pasaban rápidos por la puerta, pero sin detenerse. Fue allí cuando vi de nuevo a los padres con la niña, subiéndose a un taxi que, por motivos que desconozco (no sé si paró o estaba estacionado ya por algún otro motivo), se encontraba en la puerta. Con la sillita de paseo de la niña ya metida en el maletero del taxi, un operario de la estación se dirigió al matrimonio y al taxista indicándoles que ahí no se podían coger los taxis, y que se tenían que dirigir a la parada (a algo más de 5 minutos andando, a buen paso). Se estableció un pequeño forcejeo entre el padre de la niña y el operario en cuestión. Según el padre de la niña, la pequeña estaba enferma, y la llevaban al hospital. Imagino que medió empujón de por medio, porque oí un «usted a mí no me toque».

Fotografía por Spreng Ben en Flickr (https://flic.kr/p/7KzepK) Algunos derechos reservados
Fotografía por Spreng Ben en Flickr (https://flic.kr/p/7KzepK) Algunos derechos reservados

Anduve unos 15 o 20 metros con mi antiguo compañero en busca del camino más corto a la parada, por lo que tengo un pequeño hueco en la historia. Cuando volvimos a la altura donde todo había sucedido, los padres de la niña estaban descargando la sillita del taxi. El taxista les pedía disculpas, tratando de hacer entender que no era culpa suya, cosa que el padre de la  niña (aparentemente) entendía y disculpaba. Las discrepancias debían de venir de parte del operario de la estación. No le quedó otra al matrimonio que dirigirse a la parada, entrando (imagino) por la estación y dando un enorme rodeo porque llovía a cántaros como para ir por el camino más corto, la calle.

Francamente, no sé quién tenía razón y por qué todo terminó como lo estoy contando. Ya digo que me perdí parte de los hechos. Pero, poniéndome en lo peor, parece ser que alguien recibió instrucciones claras y concisas. Algo del estilo: «tú ponte ahí y vigila que nadie coja un taxi más que en la parada autorizada». Y eso, siempre presuntamente, hizo el orangután en cuestión (con el debido respeto que se debe a los orangutanes, que no merecen ser comparados con determinadas personas).

Puede que la niña no estuviera enferma y que no la llevaran al hospital (como ya he dicho, creo que algo sí pasaba). Y no debía ser solo un poco de tos: nadie se hace más de 300 kilómetros en tren, habiendo buenos hospitales como hay en Zaragoza, por una tontería. Pero, aunque fuera el caso, si me pongo en el lugar del operario de la estación, ante la sola mínima duda de que la situación pudiera ser cierta, y que estuviera mandando a los padres a otra parada, razobablemente lejos y bajo la lluvia, con una niña envuelta en una manta … En fin, ya se me entiende. Y no me considero, ni mucho menos, una persona excepional. Simplemente pongo mi condición humana y mi ética personal por encima de las malditas reglas.

Justo el día anterior había publicado el artículo titulado Los procedimientos en tiempos de guerra, en el que sostenía la estupidez de querer hacer cumplir los procedimientos, las normas, en situaciones no convencionales. Puedo entender al contable de TVE pidiendo las facturas de gasolina y sobornos a un corresponsal de guerra. Me parece tan patético como, hasta cierto punto, gracioso. Pero no tener la más mínima sensibilidad de hacer la vista gorda y permitir que el matrimonio cogiera el taxi con la niña enferma para ir al hospital, y lloviendo a jarros …

Ignoro la sensación con la que se quedó el operario de la estación. Pudo ser una mezcla de satisfacción «por el deber cumplido» y revancha por el empujón recibido, o pudo sentirse un miserable y un cobarde por no haber tenido la decencia de haber tomado otra decisión y haber obedecido las normas. Según me dijo el taxista que me llevó a mi lugar de trabajo, debía haber un pulso entre ayuntamiento y asociaciones de taxis por haber eliminado esa parada. Y alguien se tomó las instrucciones muy a pecho.

Fotografía por Tony Fischer en Flickr (https://flic.kr/p/ayHxAt) Algunos derechos reservados
Fotografía por Tony Fischer en Flickr (https://flic.kr/p/ayHxAt) Algunos derechos reservados

Las normas se pueden desobedecer, cuando obligan a superar la ética personal y profesional. Pero no hay ninguna norma que esté por encima de ayudar a otro ser humano. Porque, para eso, pueden mandar al trabajador al paro y poner robots para la vigilancia de las estaciones. Pero, no demos ideas, no sea que alguien las tome en serio.

Print Friendly, PDF & Email

12 comentarios

  1. No me gusta hacer leña del árbol caído. Pero el empecinamiento del Sr. Gallardón con su contrarreforma de una ley con la que no había demasiada controversia ha acabado como ha acabado.

    Posiblemente, lloviera sobre mojado por otra serie de acontecimientos que estaban ocurriendo al mismo tiempo… la historia lo dirá…

    1. Ya perdonarás #Jerby pero no le veo la relación (quizá soy demasiado ingenuo). Para mí lo que pasa aquí tiene que ver, primero y fundamentalmente, sobre cómo cada persona individual reacciona ante situaciones en que puede tener que saltarse las normas. Y, relacionado con esto, está el «síndrome del supervisor». Alguien puede ser sensible ante una situación. Pero su jefe, y el jefe de su jefe, y … cada vez menos hasta llegar a nada (salvo a determinados niveles, en el que se dañe la imagen de la compañía, y donde dije digo …)

      Lo curioso es que el «rebote» vino de un empleado de RENFE, y no de un taxista, quienes sí estaban aparentemente cabreados por el cierre de la parada.

      ¡Gracias, una vez más, por comentar!

  2. Hola Ángel,
    recuerdo haber leído este verano en un blog que no suelo seguir, pero fui a caer a ese post y me recordó lo que ahora expones. Iba sobre las preferentes. Vamos, que los bancos que las iban endosando sabían muy bien lo que hacían y que eran una castaña.
    Abrazos 🙂

    1. Los bancos es EL (con mayúsculas) ejemplo sobre cómo presionar a los empleados conduce (al menos a la larga) a malos resultados. En algunas consultoras sucede lo mismo: apretar con objetivos no siempre factibles conlleva no solo una desmotivación del personal, sino que afecta a la misma línea de flotación de la rentabilidad de la misma (ej. paradójicamente se incurre en sobrecostes de garantía, gestión, …)

      ¡Gracias por comentar!

  3. Excelente Ángel, como de costumbre. Yo vivo en Argentina, y los procedimientos estúpidos son cosa de todos los días. Pero si nadie se queja…como dice la foto del hombre con el cartel, hace falta coraje.

    1. Gracias Hugo.

      ¡Desde luego el problema está ahí, por todas partes! Tengo ejemplos de la vida diaria a montones, pero tampoco voy a enemistarme con medio planeta 🙂

      Como he dicho en otros comentarios, que estas cosas no sucedan depende en gran medida de la flexibilidad y comprensión de quien supervisa al que usa los procedimientos. Y, por supuesto, grandes dosis de sentido común, humanidad y educación. ¡Y EMPATÍA!

      ¡Muchas gracias por comentar!

  4. ¡Madre mía! Eso es el pan de cada día de la Administración Pública…

    Desgraciadamente, las personas se olvidan que trabajan con y para personas. En la administración se olvida que se trabaja exclusivamente al servicio del ciudadano. En lugar de hacer que el procedimiento y el lenguaje se adapte a la ciudadanía, lo entienden al revés.

    Cada día estoy más contenta de ser una mariposa… me ayuda a sobrevivir en este sinsentido.

    1. ¡Muchas gracias y bienvenida al blog, #Bolboreta!

      El problema con muchos procedimientos de la administración pública es que son estúpidos en sí mismo. El otro día tuve que hacer unos trámites y olvidé llevar fotocopia del DNI y libro de familia (mea culpa). Con una fotocopiadora alado, la persona que me atendió (muy correcta y amablemente, por cierto) me dijo que tenía que llevarles. Tuvo la amabilidad de hacerme la gestión, y le llevé los papeles 10 minutos más tarde. Pero me pregunto para que quieren fotocopia del DNI en la era de los scanner (¡tenía uno allí mismo!) Entiendo que no hagan fotocopias a todo el mundo, pero es que las propias fotocopias son una ineficiencia de almacenamiento y gasto de papel. De paso, yo perdí 10 minutos más en buscar una tienda donde fotocopiar y volver con los papeles. Tiempo que podía haber invertido en llegar antes a la oficina, ser más productivo, salir a mi hora, … El efecto mariposa 😀

      ¡Gracias por comentar! Ni que decir tiene que estaré encantado de verte revolotear por aquí siempre que quieras.

      Ángel

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.