Bienvenidos a Hipocresía 2.0: un mundo de no-taxis, no-patatas y no-refrescos

Somos unos hipócritas. Unos auténticos hipócritas. Nos defendemos y conjuramos contra aquellas cosas que van contra nuestros intereses pero, al mismo tiempo, usamos los mismos argumentos a nuestro favor cuando la ocasión lo requiere. O hacemos la vista gorda.

Algunos derechos reservados por San Diego Shooter (Flickr)
Algunos derechos reservados por San Diego Shooter (Flickr)

Hace algunas semanas hablé sobre el caso de Bla Bla Car. Fenebús, la patronal de autobuses, denunció a BlaBlaCar por competencia desleal. Ahora el el turno de Uber. Se está creando un gran revuelo y profesionales del taxi en varias ciudades europeas (entre ellas Madrid y Barcelona) se han manifestado contra los servicios que ofrece esta compañía.

En el artículo anterior sobre BlaBlaCar ya conté lo que me irrita que se usen los tribunales para defender el status quo de determinados grupos de interés, en contra de nuevos modelos de negocio e innovación. Y, ojo, no entro en quién tiene la razón en este caso particular. Ni que decir tiene que todos tenemos el derecho a defender nuestros intereses personales y profesionales. Pero, en esa defensa, muchas veces caemos en la más pura hipocresía.

Los mismos profesionales del taxi que ahora protestan, ¿saben qué sucedió con las acciones de empresas como, TomTom o NavMan, que desarrollaban y comercializaban navegadores GPS,  cuando Google lanzó Google Maps? Exacto. Las empresas del sector se desplomaron en la bolsa. ¿Usan los taxistas Google Maps en sus vidas privadas? Yo diría que la gran mayoría. ¿Pedirían un cambio de regulación en el sector de navegadores móviles? Ni ellos, ni nadie lo hizo. ¿Qué hicieron esas empresas? Esencialmente, no centrar sus esfuerzos en el mercado del gran consumo sino en el profesional (o en determinados nichos de gran consumo). Por cierto, un gran número de taxis llevarán como navegador alguno de estas marcas.

Todo esto muy legítimo, pero sutilmente hipócrita.

Los no-taxis de Uber

Reconozco de hecho ciertas simpatías iniciales hacia Uber, por su atrevida propuesta. Pensaba (y pienso) que existe un vacío legal en el modelo de negocio que proponen, así que me alineaba más del lado de esta empresa que de los taxistas. Pero se me cayó el alma al suelo al oír las declaraciones de la responsable de Uber en España en un programa de radio. Uber se autoproclama como una plataforma para móviles que fomenta compartir vehículos entre usuarios. Lo que al principio me pareció un error de marketing de bulto (lo que se proporciona es el servicio de coches; la aplicación móvil es secundaria) resultó ser el discurso oficial para no incurrir en denuncias por lo que realmente representan: transporte de personas.

Algunos derechos reservados por David Holt London (Flickr)
Algunos derechos reservados por David Holt London (Flickr)

Por cierto, y es una opinión personal, harían bien en Uber en cambiar de portavoz (al audio de la entrevista me remito; juzgar vosotros/as mismos/as, pero la forma y fondo de expresarse son lamentables). En definitiva, en vez de proclamar lo que realmente son, adoptan la postura cobarde de esconderse tras la aplicación móvil. Y menos mal que están recibiendo el apoyo de la Comisión Europea. La cobardía está reñida con la innovación, y la credibilidad de cada cual. Algo huele a podrido en Uber. Pura hipocresía.

Los no-refrescos

Trabajadores y sindicatos de Coca Cola animando a no consumir el famoso refresco. ¿Por qué? ¿Preocupados por nuestra salud? Deberían. ¡Una lata de Coca contiene alrededor de 10 cucharaditas de azúcar! No. Lo hacen como estrategia para defender sus empleos .

Despidos masivos y EREs salvajes en varias plantas de Coca Cola en España, muy posiblemente por una mala gestión de los propietarios. Huelgas y manifestaciones muy legítimas, por supuesto. De hecho la justicia les ha dado, de momento, la razón. Ahora bien, si quieren que sus empleos se mantengan, ¿qué nos van a pedir ahora? ¿Que nos hinchemos a beber dicho refresco?

Lata de Coca Cola retocada fotográficamente (autor desconocido; visto en Internet)
Lata de Coca Cola retocada fotográficamente (autor desconocido; visto en Internet)

No debemos olvidar que las mismas malas prácticas de gestión las aplican desgraciadamente muchas otras empresas, y «gracias» a eso los propios trabajadores de Coca Cola (y el resto del mundo) pueden acceder a multitud de bienes a precios muy asequibles. Se pone el foco en la rentabilidad económica, en el negocio, pero no en la sostenibilidad del mismo y su impacto en la sociedad. Eso sí debería animarnos a no consumir determinados productos, pero no es lo que perseguían las protestas. Era algo temporal: el ERE.

Legítimo, pero sutilmente hipócrita.

Las no-patatas de Pringles

El caso de Uber y sus no-taxis me trajo a la memoria otro muy famoso. Imaginemos un fabricante de patatas fritas, que va a juicio para alegar que lo que vende (y, dicho sea de paso, consumen sus clientes) no son patatas, sino un snack a base de harina. Y que se sale con la suya. Todo para ahorrarse un dinero en impuestos, a ellos mismos y a los usuarios. Caso verídico, las famosas Pringles. Engañar a los millones de consumidores del producto que siguen pensando que comen patatas fritas. Los tribunales dicen que es legítimo, pero estaremos de acuerdo que es hipócrita (pero no sutilmente).

Algunos derechos reservados por JeepersMedia (Flickr)
Algunos derechos reservados por JeepersMedia (Flickr)

Conclusiones

Vivimos en una sociedad de consumo. Nos aprovechamos de la mano de obra barata, las economías de escala, la obsolescencia programada, y de un larguísimo etcétera. Siempre ha sido así, y así seguirá. Mi madre y mi abuela vendían leche fresca en una panadería hace poco más de 40 años. ¿Es viable la leche fresca para el mercado de gran consumo? No. Y nadie duda de que la leche fresca sea mejor que la consumimos del supermercado, pero los tiempos obligan. Tampoco nadie duda de que coger un taxi con todas las garantías de seguridad del conductor y vehículo es mejor que un conductor anónimo de Uber. Pero, ¿se quiere pagar la diferencia? Los taxistas lo tienen crudo.

Reitero mi comprensión y apoyo hacia quienes luchan por mantener sus puestos de trabajo. Yo mismo lo haría, machete entre los dientes, para defender mis intereses y los de mi familia. Pero espero al  menos tener la lucidez de dirimir si, con  lo que estoy pidiendo, estoy siendo un hipócrita o no. Porque, en el fondo, nos hemos instaurado en la hipocresía 2.0. Y ahí, me temo, seguiremos un buen tiempo.

Por cierto, y para que no quede duda, voy en taxi, bebo Coca Cola y como Pringles. Pura hipocresía 🙂

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12 comentarios

  1. Hola Ángel,
    es verdad que así somos. También compramos muchas marcas de las que se nos dice que se fabrica todo en países donde se explota a los trabajadores. Por una parte no tenemos excusas. Por otra parte, es que todo tiene algo reprobable, y da la impresión de que no podríamos comprar nada.
    No sabía eso de que las Pringles no son patatas. Siempre les noté algo raro, pero mira que soy corta, no imaginaba que no fueran patatas.
    Saludos 🙂

    1. Gracias Carolina.

      Estamos sometidos a tal volumen de información, que simplemente lavamos nuestras conciencias con pequeños gestos. Las situaciones que cuentas sobre explotación laboral en determinados países, las resolvemos en nuestras conciencias con un comentario en casa (mientras nos lo cuenta la televisión) o apoyando una protesta en sitios como change.org. ¿Y luego? No somos coherentes.

      Lo de las Pringles lo descubrí hace relativamente poco. Siento haberle amargado la experiencia a más de uno, pero es lo que hay 🙂

      ¡Gracias por comentar!

  2. Lo que a mí más me preocupa es que no toda la economía colaborativa sea tan colaborativa como anuncian algunas de sus marcas… De seguir así, la ‘colaboración’ acabará siendo otra mercancía más…

    1. Gracias #Jerby!

      Se está queriendo hacer negocio con la colaboración, rallando en muchos casos la ilegalidad. El último caso que he conocido es el de Monkey Parking (http://sco.lt/941hXF), que permite subastar plazas de aparcamiento en ciudades bajo el (supuesto) paraguas de los principios colaborativos. Es decir, tu te enteras de dónde hay un hueco y lo subastas al mejor postor. En algunas ciudades se ha prohibido porque estás haciendo negocio con algo que realmente no te pertenece (tiene sus matices pero …)

      El auge de la economía colaborativa está llevando a mucha gente a «parir» aplicaciones que permitan compartir cosas, rallando muchas veces la ilegalidad y la inmoralidad. Y, de paso, destruyendo la misma esencia de la colaboración. A mí me parece una idea estupenda poder compartir la información de dónde hay hueco: ahorraría muchísimos problemas de atascos, contaminación, etc Pero cobrar por ello …

      Un abrazo,
      Ángel

  3. Buenas noches Ángel,un buen resumen de la época y el País donde nos ha tocado vivir.Cuando una cosa te conviene callas, aunque sea perjudicial para otros y cuando te toca a ti pasar por el aro..es cuando sacas toda la Hipocresía que llevamos dentro.Lamentable que vayamos perdiendo nuestra identidad y valores como personas.
    Un saludo.

    1. Gracias Santos,

      El problema no es solo que saquemos cada día ese lado hipócrita que siempre hemos tenido (como seres humanos). El problema es que hoy formamos parte de un gran escaparate que hace esa hipocresía visible a todo el mundo. Y parece que algunos no se enteran.

      Un abrazo,
      Ángel

    1. ¡Muchas gracias! Excelente resumen del artículo 😉

      Por cierto, entrando en tu blog, me he encontrado con la frase que tienes en cabecera sobre la hipocresía, y que quiero compartir aquí:

      «La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía.» José Martí

      Lo cual pone al menos en cuestión nuestra auténtica libertad.

      ¡Gracias por comentar!
      Ángel

  4. el hipocrita eres tu , acaso esas empresas van a transportar a las personas mayores a hospital, a casa del hijo ,acaso van a realizar trasportes nocturnos para llevar un niño a urgencias etcetc. Acaso esas empresas pagan IVA, acaso pagan IRPF, acso pagan el seguro del coche como un taxi, acaso pagan autnonomos o seguridad social, y qquien es el que tiene más beneficio? el trabajador o la multinacional que esta detras y quiere explotAR A LAS PERSONAS Y QUEDARSE CON EL BENEFICIO. aCXASO COMPRAN UNA LICENCIA etcetcetc…… los hipocritas sois vosotros y sino propongo que si ganas un sueldo de 2400 euros al mes trabajando 70 horas a la semana, gana 1000 euros trabajando las mismas horas y los 1400 lo divides entre 2 o tres personas. a que te gustaria ganar 1000 euros trabajando 70 horas y pagando entre 7000 y 8000 euros al año en impuestos a parte de amortizar licencia y vehiculo.

    1. Gracias por tu comentario, Pedro.

      Antes de nada, vayan por delante dos cosas. La primera, que no tengo nada contra los profesionales del taxi, a quienes considero unas víctimas de la situación. Lo cual no quiere decir que haya que proteger el sector a toda costa (¡cuántas profesiones y modelos de negocio han desaparecido, dando lugar a otros!), sino que tendrá que reinventarse. La segunda, que opinar de manera distinta no me convierte en un hipócrita.

      En cierta medida me sorprende tu comentario, precisamente porque este artículo critica la postura de Uber (que no la idea detrás). De todos modos, como decía antes, sí soy crítico con la postura que están adoptando algunos ante esta situación (y he expuesto MI PUNTO DE VISTA sobre ello).

      Dicho esto, entiendo perfectamente que la situación del taxi no es la mejor posible, y que algunas cosas como las cuantías de licencias e impuestos varios no se entienden desde fuera. Y ese ha sido el talón de Aquiles por el que algunos están planteando otras soluciones (que, obviamente, deberán ser debidamente legisladas y reguladas). Pero de ahí a sobreproteger el sector hay una diferencia.

      Lo que sí debe hacerse, EN MI MODESTA OPINIÓN, es revisar las condiciones del sector, en los términos que apuntas, para que haya una competencia justa y unas condiciones de trabajo adecuadas. Sin ser un experto en el sector, imagino que cuestiones como abaratar las licencias no serán del gusto de quienes ya las han pagado, pero no me quiero enrollar porque, insisto, no conozco tan en profundidad en sector.

      Una última reflexión. Yo trabajo en el sector de la consultoría y desarrollo del software. Cada vez hay más sistemas que hacen que los programas se generen solos. Los programadores de siempre pueden ver su futuro amenazado (¡o no!). Pero es ley de vida, y toca reinventarse. Ya no quedan tantos alfareros, ni afiladores de cuchillos, ni serenos, ni … Las panaderías de siempre se fueron al traste cuando los supermercados empezaron a vender pan a precio muy competitivo. Y muchas de ellas se han reinventado, con una oferta de productos variados y de calidad. No es imposible.

      Encantado de que cualquiera exprese aquí su sincera opinión. Incluso si es para opinar que soy un hipócrita 🙂

      ¡Mucho ánimo en cualquier caso!
      Ángel

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